lunes, 6 de octubre de 2014

Las bailarinas gaditanas que encandilaron a Roma

La mujer gaditana siempre se ha caracterizado por su arte y por su gracia a la hora de entender el mundo de la danza. En tiempos de la antigua Roma, existían en Cádiz unas muchachas conocidas como puellae gaditanae, bailarinas famosas por sus bailes sensuales y voluptuosos que provocaban el entusiasmo y la excitación entre la población romana masculina. Llegaron a ser tan apreciadas y celebradas que dos importantes poetas de la época, Marcial y Juvenal*, las mencionan varias veces en sus obras. Así, Marcial en sus Epigramas afirma que su cuerpo, ondulado muellemente, se presta a tan dulce estremecimiento, a tan provocativas actitudes, que harían excitarse al casto Hipólito.
El jaleo de Cádiz, grabado del siglo XIX. Las puellae gaditanae son las
antepasadas de las modernas bailaoras flamencas
Pero, además de bailar, estas jóvenes gaditanas también cantaban canciones eróticas que acompañaban con curiosos instrumentos musicales, como las castañuelas béticas, consistentes en dos planchas metálicas que al chocarlas entre sí provocaban sonidos característicos, parecido a las castañuelas actuales. Sobre esto, Juvenal en sus Sátiras dice que: Quizás esperes un coro que se ponga a cantar las lascivas canciones gaditanas, y que las muchachas, animadas por los aplausos, se tiendan en el suelo meneando el trasero. La sensualidad de sus danzas y cantos se completaba con la escasez de su atuendo, reforzando de esta manera el erotismo de sus movimientos.
Es posible que el origen de estos bailes lascivos esté en las prácticas sexuales de las sacerdotisas en algunos templos, una costumbre común en los rituales religiosos de la Antigüedad, teniéndose constancia de la existencia en la fenicia Gadir de un templo dedicado a la diosa Astarté o Afrodita, cuyas sacerdotisas pudieron haberse convertido, con el paso del tiempo, en las más profanas puellae gaditanae de los romanos. Ya antes, en el siglo II a. de C. se tiene noticia de que un marino griego llamado Eudoxos embarcó en Cádiz un grupo de estas danzarinas en su periplo alrededor del continente africano.
En Gades, antes del comienzo de las obras que se representaban en el teatro, las puellae actuaban a modo de teloneras, ofreciendo sus bailes y cantos al público entregado a ellas. Su fama se extendió por todo el Mediterráneo, llegando a convertirse en Roma en las grandes protagonistas de los banquetes y festines de las clases altas.
Se conoce el nombre de una de estas bailarinas, Teletusa, mencionada por Marcial, diestra en adoptar posturas lascivas al compás de las castañuelas béticas y en bailar según los ritmos de Gades. Teletusa era una mujer gaditana que, vendida como esclava por su antiguo dueño, la volvió a comprar para convertirla en su señora, entusiasmado tras verla bailar. De nuevo libre, acudió a Roma, donde adquirió tanta fama que los patricios y acaudalados romanos se la disputaban para que actuara ante ellos.
Pero no solo las jóvenes de Cádiz fueron famosas por su sensualidad, pues la misma ciudad llegó a tener fama de sensual y voluptuosa, como pone de manifiesto Marcial, una vez más, cuando habla de las muchachas de la licenciosa Gades. 
Es posible que con la denominación de puellae gaditanae no solo se aludiera a las bailarinas de la capital, sino también a las de sus zonas limítrofes, a las que extendía su influencia. Estos bailes son, sin duda, un lejano precedente del actual baile flamenco.
(*) Estos dos autores vivieron entre los siglos I y II de nuestra Era.

jueves, 18 de septiembre de 2014

El mayor naufragio en aguas de Cádiz

El Reina Regente, hundido frente a las costas de Cádiz en 1895
El mayor y más trágico naufragio ocurrido en aguas gaditanas, excepción hecha de los navíos hundidos en la batalla de Trafalgar, tuvo lugar en el año 1895, cuando el crucero Reina Regente se fue a pique frente a la costa de Tarifa debido a un fuerte temporal, llevándose consigo los 420 miembros de su tripulación. Construido en unos astilleros británicos, era el buque más moderno de la armada española de su tiempo, pero con un defecto de construcción que afectaba a su estabilidad. Este defecto se puso en evidencia con el peso de algunos de los cañones de gran porte con que fue equipado, no pudiendo resistir el fuerte oleaje.
El 9 de marzo de dicho año zarpaba el Reina Regente del puerto de Cádiz rumbo a Tánger, para trasladar a esta ciudad norteafricana a una embajada del sultán de Marruecos. Al día siguiente, el capitán del barco, que no quería perderse la botadura de un crucero que iba a tener lugar en la capital gaditana, regresaba a Cádiz, creyendo que el mal tiempo que empezaba a reinar no afectaría a su buque. Pero se equivocaba, pues al poco de zarpar del puerto marroquí, el barco fue visto por última vez en aguas del Estrecho parándose y dando bandazos en medio del temporal. Ya no se volvió a saber nada más del Reina Regente. Conocida la noticia de su desaparición, se iniciaba su búsqueda, pero sin resultado. En los días siguientes, las playas de Algeciras y Tarifa se fueron llenando de familiares de los marineros desaparecidos, esperando el milagro de ver aparecer los seres queridos, pero lo único que traían las olas eran restos del naufragio. Como curiosidad, decir que entre los supervivientes solo hubo un perro, habiendo quedado en tierra, además, dos afortunados marineros que perdieron el barco en Tánger.
Fue, pues, un defecto en la construcción del buque, junto con la imprudencia del capitán al no esperar a que amainara el temporal, lo que provocó su hundimiento y la desaparición de toda su tripulación bajo el mar. Ha sido uno de los peores naufragios de la marina española en cuanto a pérdidas humanas, cuyos restos yacen sepultados en algun punto de la costa gaditana.
Para leer más sobre este tema pinchad aquí: Un cementerio de barcos en aguas gaditanas.

domingo, 31 de agosto de 2014

Los diputados culiparlantes gaditanos

Las Cortes de Cádiz, cuyas primeras sesiones tuvieron lugar
en el Teatro de las Cortes de San Fernando, trasladándose
 posteriormente al Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz
Se dice del diputado culiparlante aquel que asiste a las sesiones del Congreso sin intervenir para nada ni participar en los debates, limitándose a votar lo que les manda el partido, sin aportar nada. Es una palabra que ha adquirido relevancia en los últimos años de democracia española, que define a las claras la condición de muchos de nuestros parlamentarios, que acuden al Parlamento, cuando lo hacen, simplemente a ocupar un sillón, aunque eso sí, cobrando sus buenos sueldos y dietas por el mero hecho de asistir.
Pues bien, este vocablo tan peyorativo tiene su origen en las Cortes de Cádiz, que elaboraron y aprobaron la Constitución de 1812,  y que pone de manifiesto el ingenio gaditano a la hora de expresarse y de llamar a las cosas por su nombre. Pedro Payán Sotomayor, en su libro "El Habla de Cádiz", dice lo siguiente sobre los culiparlantes: 
"El diputado de las Cortes de Cádiz que nunca intervenía en los debates y que se limitaba a votar solamente. En las Cortes de Cádiz existían numerosos diputados que nunca hablaban y cuya intervención se reducía a votar. Como esto se hacía mediante el sistema de levantarse o quedarse sentado, el pueblo gaditano con su guasa de siempre, vino a llamar a estos diputados los culiparlantes, es decir los que hablaban con el culo".
Ahí queda eso. Como podemos ver, hay cosas que, por mucho que pase el tiempo, nunca cambian.

viernes, 8 de agosto de 2014

La esquina de San Miguel

En un artículo anterior, hablábamos de las curiosas esquinas gaditanas, con esos viejos cañones, guardacantones de fundición y postes de piedra, cuya función era protegerlas del roce de carros y carruajes, además de otras esquinas adornadas con bellas columnas de piedra ostionera, que les dan un toque artístico especial.
Esquina mostrando la imagen del Arcangel
San Miguel venciendo a Satanás
Pero hay una esquina, particularmente llamativa, ubicada entre las calles San Miguel y Javier de Burgos, justo enfrente del recién inaugurado Teatro Cómico, que muestra en una hornacina la imagen del arcángel San Miguel, espada en mano, derrotando a Satanás, el cual yace vencido a sus pies, configurando un bello conjunto escultórico. Este detalle pasa fácilmente desapercibido, porque está situado a la altura de la entreplanta de la casa gaditana en cuya esquina se halla, con lo cual hay que dirigir la mirada hacia arriba para descubrir este peculiar elemento urbanístico de Cádiz.
Detalle del grupo escultórico
Merece la pena, pues, detenerse un momento en nuestro caminar por esa calle para contemplar la espléndida escultura del Arcángel triunfante, algo ennegrecida por el paso del tiempo, protegiendo del mal el paso de los viandantes bajo sus alas.

viernes, 25 de julio de 2014

Las curiosas esquinas gaditanas

Cañón y guardacantón de fundición en una
esquina del casco antiguo gaditano
Si hay algo curioso del casco antiguo gaditano son las esquinas de las casas y calles de Cádiz, más en concreto los elementos que las protegen, conocidos como guardacantones o, simplemente, guardaesquinas. En algunas localidades, esta función la cumplen postes o antiguas columnas de piedra o mármol, para evitar su deterioro, pero en Cádiz la particularidad radica en que muchos guardacantones son cañones de artillería de los siglos XVII y XVIII que, tras dejar de ser útiles como armas de guerra, procedentes de las murallas y baluartes gaditanos y de navíos de guerra hundidos o naufragados en combates navales ocurridos en estas aguas, fueron reciclados y colocados en las esquinas para protegerlas de las ruedas de los carros y carruajes que transitaban por las calles.
Cañón con bala en la boca

Gracias a esto, hoy podemos apreciar estos peculiares elementos arquitectónicos, que en otro tiempo defendieron a nuestros antepasados de los ataques enemigos y que, posteriormente, pasaron a defender las esquinas de la ciudad, labor, desde luego, muchos más pacífica que la guerrera para la que fueron fundidos, cañones que, de otro modo, se habrían perdido casi con toda seguridad. Constituyen, pues, uno de los aspectos más característicos y llamativos del urbanismo gaditano.
Cañon hincado boca abajo mostrando la culata
Como curiosidad, varios de estos cañones presentan en su boca la bala o bomba, mientras que otros están enterrados boca abajo, mostrando, así, la culata o parte posterior de los mismos.

Muchas esquinas presentan, igualmente, guardacantones de fundición, colocados en los siglos XIX y XX, teniendo grabados algunos la marca del fabricante (como Fundición Gaviño) y la fecha de fabricación. También hay postes de piedra cubriendo las esquinas.

En cuanto al número de estos esquinales, según un estudio realizado, hay 114 cañones, 151 guardacantones de fundición y 26 postes (*).
Cañones en dos esquinas próximas
Cañones, guardacantones de fundición, monolitos de piedra y columnas constituyen, sin lugar a dudas, un elemento característico del patrimonio urbanístico gaditano, desconocido en muchos casos, que hay que proteger y conservar, pero que, desgraciadamente, no siempre es así, como ha ocurrido más de una vez en las reformas llevadas a cabo en algunas casas antiguas, en que han llegado a desaparecer durante las obras.
(*) "Guardacantones de Cádiz, cañones y esquinales", de Antonio Ramos Gil.