La mujer gaditana siempre se ha caracterizado por su arte y por su gracia a la hora de entender el mundo de la danza. En tiempos de la antigua Roma, existían en Cádiz unas muchachas conocidas como puellae gaditanae, bailarinas famosas por sus bailes sensuales y voluptuosos que provocaban el entusiasmo y la excitación entre la población romana masculina. Llegaron a ser tan apreciadas y celebradas que dos importantes poetas de la época, Marcial y Juvenal*, las mencionan varias veces en sus obras. Así, Marcial en sus Epigramas afirma que su cuerpo, ondulado muellemente, se presta a tan dulce estremecimiento, a tan provocativas actitudes, que harían excitarse al casto Hipólito.
El jaleo de Cádiz, grabado del siglo XIX. Las puellae gaditanae son las antepasadas de las modernas bailaoras flamencas |
Pero, además de bailar, estas jóvenes gaditanas también cantaban canciones eróticas que acompañaban con curiosos instrumentos musicales, como las castañuelas béticas, consistentes en dos planchas metálicas que al chocarlas entre sí provocaban sonidos característicos, parecido a las castañuelas actuales. Sobre esto, Juvenal en sus Sátiras dice que: Quizás esperes un coro que se ponga a cantar las lascivas canciones gaditanas, y que las muchachas, animadas por los aplausos, se tiendan en el suelo meneando el trasero. La sensualidad de sus danzas y cantos se completaba con la escasez de su atuendo, reforzando de esta manera el erotismo de sus movimientos.
Es posible que el origen de estos bailes lascivos esté en las prácticas sexuales de las sacerdotisas en algunos templos, una costumbre común en los rituales religiosos de la Antigüedad, teniéndose constancia de la existencia en la fenicia Gadir de un templo dedicado a la diosa Astarté o Afrodita, cuyas sacerdotisas pudieron haberse convertido, con el paso del tiempo, en las más profanas puellae gaditanae de los romanos. Ya antes, en el siglo II a. de C. se tiene noticia de que un marino griego llamado Eudoxos embarcó en Cádiz un grupo de estas danzarinas en su periplo alrededor del continente africano.
Es posible que el origen de estos bailes lascivos esté en las prácticas sexuales de las sacerdotisas en algunos templos, una costumbre común en los rituales religiosos de la Antigüedad, teniéndose constancia de la existencia en la fenicia Gadir de un templo dedicado a la diosa Astarté o Afrodita, cuyas sacerdotisas pudieron haberse convertido, con el paso del tiempo, en las más profanas puellae gaditanae de los romanos. Ya antes, en el siglo II a. de C. se tiene noticia de que un marino griego llamado Eudoxos embarcó en Cádiz un grupo de estas danzarinas en su periplo alrededor del continente africano.
En Gades, antes del comienzo de las obras que se representaban en el teatro, las puellae actuaban a modo de teloneras, ofreciendo sus bailes y cantos al público entregado a ellas. Su fama se extendió por todo el Mediterráneo, llegando a convertirse en Roma en las grandes protagonistas de los banquetes y festines de las clases altas.
Se conoce el nombre de una de estas bailarinas, Teletusa, mencionada por Marcial, diestra en adoptar posturas lascivas al compás de las castañuelas béticas y en bailar según los ritmos de Gades. Teletusa era una mujer gaditana que, vendida como esclava por su antiguo dueño, la volvió a comprar para convertirla en su señora, entusiasmado tras verla bailar. De nuevo libre, acudió a Roma, donde adquirió tanta fama que los patricios y acaudalados romanos se la disputaban para que actuara ante ellos.
Pero no solo las jóvenes de Cádiz fueron famosas por su sensualidad, pues la misma ciudad llegó a tener fama de sensual y voluptuosa, como pone de manifiesto Marcial, una vez más, cuando habla de las muchachas de la licenciosa Gades.
Es posible que con la denominación de puellae gaditanae no solo se aludiera a las bailarinas de la capital, sino también a las de sus zonas limítrofes, a las que extendía su influencia. Estos bailes son, sin duda, un lejano precedente del actual baile flamenco.
(*) Estos dos autores vivieron entre los siglos I y II de nuestra Era.
Pero no solo las jóvenes de Cádiz fueron famosas por su sensualidad, pues la misma ciudad llegó a tener fama de sensual y voluptuosa, como pone de manifiesto Marcial, una vez más, cuando habla de las muchachas de la licenciosa Gades.
Es posible que con la denominación de puellae gaditanae no solo se aludiera a las bailarinas de la capital, sino también a las de sus zonas limítrofes, a las que extendía su influencia. Estos bailes son, sin duda, un lejano precedente del actual baile flamenco.
(*) Estos dos autores vivieron entre los siglos I y II de nuestra Era.
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