miércoles, 10 de octubre de 2018

La Compañía Gaditana de Negros

Barco negrero. Siglo XIX
Los siglos XVII y XVIII fueron para Cádiz una época de gran prosperidad económica, sobre todo a raíz del traslado de la Casa de Contratación y Consulado de Indias de Sevilla a la capital gaditana en 1717, una prosperidad basada en el comercio con las colonias americanas que la ciudad llegaría a monopolizar a lo largo de este último siglo y que se reflejaría en el desarrollo alcanzado por la burguesía local, en el urbanismo, en la cultura, en las costumbres y en el carácter cosmopolita, abierto y, podríamos decir, progresista, de sus gentes, algo excepcional en la España de entonces, caldo de cultivo favorable para el nacimiento años después de la primera Constitución política española.
Pero esta prosperidad tuvo también un lado oscuro y macabro, porque una parte de ella se cimentó sobre un tráfico mercantil indeseable: el comercio de esclavos. Este comercio siempre ha existido a lo largo de la historia y España, como otros países europeos, también participó de él desde los mismos comienzos del descubrimiento de América, para cuya explotación se impulsó el tráfico de esclavos negros procedentes de África y, así, emplearlos como mano de obra en los trabajos más duros del Nuevo Mundo. La fórmula empleada por la corona española era la concesión de un asiento o contrato a un particular para que explotara el negocio, a cambio de una serie de derechos y obligaciones y de la entrega de una parte de los beneficios al Estado.
Embarque de esclavos africanos
Aunque esclavos ha habido en Cádiz, como en el resto del mundo, desde época antigua, al servicio de las autoridades o de familias nobles y pudientes, la Compañía Gaditana de Negros fue la primera compañía española dedicada en exclusiva al tráfico de esclavos, fundada en 1765, tras solicitud efectuada por Miguel de Uriarte y varios socios más, siéndole concedida por Real Cédula de 14 de junio de este mismo año, comprometiéndose a trasladar bajo pabellón español a un número determinado de esclavos africanos a distintos puertos americanos, como Cartagena de Indias, Portobello y otros, firmándose la escritura de fundación en Cádiz el 23 de septiembre de ese mismo año.
La Compañía inició su negocio negrero con barcos propios, siendo La Venganza el primer navío de bandera española en partir del puerto gaditano dedicado a este tráfico en 1765, aunque tambien emplearia navíos ingleses y franceses con sus respectivas tripulaciones. Los barcos salían del puerto gaditano cargados con productos como vino, licores, aceites, harinas, etc., para intercambiarlos en Senegal y Cabo Verde por los esclavos africanos, desde donde eran trasladados a Puerto Rico y allí distribuidos por el resto del continente.
La Compañía tuvo problemas económicos y financieros desde un principio, no obteniendo los beneficios esperados y acumulando cuantiosas pérdidas (más de un millón de pesos en 1770), incumpliéndose lo acordado en el contrato al no alcanzar la cantidad de esclavos estipulada por año, a lo que también contribuyó las medidas adoptadas por Gran Bretaña en contra el comercio esclavista. A pesar de permitirle la Corona comerciar con otras mercancías para paliar las pérdidas, en poco tiempo la Compañía terminaría quebrando, desapareciendo como tal en 1779.
Por otra parte, en Cádiz no solo había esclavos de raza negra, también los había de otras procedencias, como moros, turcos y asiáticos, aunque aquéllos eran los más numerosos.
En el callejero de la ciudad ha quedado un recuerdo de este episodio en una callejuela del casco antiguo, el llamado Callejón de los Negros, situado junto al Palacio de Congresos, antigua Fábrica de Tabacos, que conecta la calle Plocia con la plaza de Sevilla, y que, probablemente, debe su nombre a un baularte existente en la antigua muralla, contiguo al callejón, frente a la Fábrica de Tabacos, también llamado de los Negros, o a ser lugar de paso de los esclavos negros que desembarcaban en el puerto hasta el lugar donde eran subastados y vendidos. El nombre también podría deberse, según una antigua leyenda citada por el escritor local Ramón Solís, a la existencia allí de la escultura de una cabeza de un negro, como macabro recuerdo de un esclavo que había asesinado a su amo, que fue decapitado y cuya cabeza fue colocada como escarmiento en dicho lugar.
El carnaval gaditano, ese gran intérprete tanto de la actualidad como del pasado, recogía esta historia de esclavitud allá por el año 1985, con el coro El Callejón de los Negros, cuyos tipos y voces representaron magníficamente, obteniendo el segundo premio en el Concurso de Agrupaciones del Teatro Falla de dicho año.
Callejón de los Negros

 Coro El Callejón de los Negros (1985) en el Teatro Falla de Cádiz