domingo, 10 de noviembre de 2019

Facultad de Medicina de Cádiz, referente histórico de las ciencias médicas en España

Facultad de Medicina de Cádiz
En el Cádiz del siglo XVIII los estudios médicos alcanzaron un notable desarrollo, al igual que otros aspectos de la vida de la ciudad, los cuales fueron objeto de una importante renovación, creando un modelo que sería imitado en el resto de España y Europa.
Estos estudios empezaron a tomar forma en 1728 con la creación en el Hospital Real de Cádiz de una Escuela de Practicantes de Cirugía de la Armada y un Anfiteatro Anatómico por el francés Juan Lacomba, Cirujano Mayor de la Armada y director de dicho hospital, quien sería autor también de unas nuevas Ordenanzas para los cirujanos navales. Con ello, pretendía mejorar el nivel formativo del personal sanitario. 
En 1748 se da un paso decisivo cuando el catalán Pedro Virgili, Cirujano Mayor del Ejército, crea el Real Colegio de Cirugía de la Armada, junto con Lacomba, siendo aprobados sus estatutos por el rey Fernando VI, una institución que va a renovar la Medicina y la Cirugía de la época, y que es origen de la actual Facultad de Medicina de Cádiz. Virgili tenía el proyecto de fusionar en una sola carrera ambas ciencias, hasta entonces independientes, lo que tendría lugar a finales del siglo, ya fallecido, hecho novedoso que se difunde rápidamente por España y Europa, pasando a denominarse Real Colegio de Cirugía y Medicina de la Armada.
Antiguo edificio de la Facultad
El médico catalán atrae a Cádiz a los mejores profesionales y envía a los alumnos más aventajados a los centros europeos más prestigiosos. Los mejores médicos españoles del momento estudian sus carreras en el Colegio gaditano, el cual sirve de modelo a los Colegios de Cirugía de Madrid y de Barcelona. Los estudios, que se realizaban en el Hospital Real en régimen de internado, tenían una duración de ocho años, de los cuales los dos últimos eran de prácticas que los alumnos realizaban embarcados. Era una enseñanza de calidad, a lo que contribuía la planificación y uniformidad de los estudios, el empleo de instrumental médico avanzado, la práctica de operaciones ejecutadas con técnicas novedosas y el estudio de cadáveres. Se publicaron, además, importantes obras, disponiendo el Colegio de una gran biblioteca. Entre sus alumnos más aventajados, destacaron el botánico José Celestino Mutis y el médico José Benjumeda. En la fachada del Anfiteatro del Colegio figuraba la siguiente inscripción, mandada colocar por Virgili: La disección de cadáveres pone de manifiesto la sabiduría de la naturaleza. Más que la vida locuaz, la muerte taciturna nos enseña.*
Hospital Real (s. XVII), junto a la Facultad de Medicina
Este desarrollo de las ciencias médicas tuvo su reflejo en la vida local, contribuyendo a la mejora de la calidad de vida de los gaditanos, que podían contar con buenos médicos y hospitales, como recogía una crónica de la época: De los tres hospitales que hay en Cádiz, son notables dos por su limpieza, no así el tercero, que es el Hospital Militar, porque está destinado a soldados y en él se instruyen 80 estudiantes, mantenidos a costa del rey.*
Con el nuevo siglo el Real Colegio de Cirugía y Medicina pasa a denominarse Escuela Especial de Ciencias de Curar y, más tarde, Colegio Nacional de Medicina y CirugíaEn 1843 los Reales Colegios se transforman en Facultades de Ciencias Médicas, transformándose dos años después el colegio gaditano en Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla en Cádiz, siendo su primer decano el ya citado médico y catedrático de Anatomía José Benjumeda.
La Facultad de Cádiz, junto a las de Madrid y Barcelona, fue Facultad de Primera Clase, mientras que otras españolas, como las de Granada, Salamanca o Valencia, lo eran de segunda. Durante este periodo se formaron en sus aulas médicos, entre otros, de la talla de Cayetano del Toro, que también fue alcalde de la ciudad.
Busto de Pedro Virgili, en el interior de la Facultad
La carencia de un hospital en la Facultad a lo largo del siglo XIX, hizo que un benefactor gaditano, José Moreno de Mora, construyese uno a sus expensasen en 1903, el Hospital Clínico de la Facultad de Medicina, gestionado por la Diputación Provincial, el cual sería conocido como Hospital Mora.
El edificio del antiguo Real Colegio de Cirugía y Medicina del siglo XVIII, reformado posteriormente, fue derribado y sustituido por el de la actual Facultad de Medicina en los años setenta del pasado siglo. Vinculada a la Universidad hispalense desde el principio, la Facultad de Medicina de Cádiz consigue independizarse de ésta en 1979, con la creación de la Universidad de Cádiz, de la que es su germen y facultad más antigua.
Como curiosidad, decir que el centenario drago que se conservaba en su patio interior desde tiempos del fundador del Colegio de Cirugía, Pedro Virgili, fue destruido por un rayo en 1991. Por útlimo, un año antes cerraba sus puertas el Hospital Mora, trasladándose al Hospital Clínico de Puerto Real, transformándose el edificio en la actual Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Cádiz.
(*) Citas textuales: El siglo XVIII gaditano, de Mariano de Retegui Bensusán. 1982.

viernes, 4 de octubre de 2019

Hércules, fundador de Cádiz

Escudo de Cádiz
La relación de Cádiz con Heracles, el gran héroe de la mitología griega, o Hércules en la mitología romana, traspasa el terreno de lo histórico para adentrarse de lleno en lo mítico. Es, de hecho, una seña de identidad de la ciudad, como puede observarse en las representaciones del héroe griego en algunos de sus monumentos, y su figura ha dado nombre a otros que ya desaparecieron, como el famoso Templo de Melkart o de Hércules y la Torre del mismo nombre, que algunos, erróneamente, han llegado a considerar lo mismo, siendo edificios distintos. Pero, sobre todo, esa seña de indentidad se refleja en su escudo, en donde Hércules aparece representado con una piel de león y dos leones a derecha e izquierda, tras del cual se yerguen dos columnas de plata, las famosas Columnas de Hércules, simbolizando el Peñón de Gibraltar y el monte Hacho de Ceuta, envueltas con una cinta dorada con el lema Plus Ultra, y la leyenda latina Hércules Fundator Gadium Dominatorque (Hércules Fundador y Dominador de Cádiz) rodeando su figura, todo ello sobre un campo de azur o azul. Encima, una corona de oro incrustada de piedras preciosas y una corona de laurel rodeando el conjunto completan el escudo. Hércules con los leones también están representados en el escudo del club de fútbol de la ciudad.
Nacido de la relación del dios Zeus con la mortal Alcmena, hermana de su propia esposa Hera, su don principal era su enorme fortaleza, y entre sus hazañas más conocidas destacan los llamados Doce Trabajos, castigo que se le impuso por haber matado a su esposa e hijos tras tomar un veneno servido por la diosa Hera, celosa de la relación de Zeus con su hermana, bebida que le hizo perder la razón, de lo que luego se arrepintió. Estos fueron los doce trabajos de Hércules:
Hércules luchando con Gerión. Ánfora 540 a. C. M. del Louvre
1. Matar el León de Nemea.
2. Matar a la Hidra.
3. Capturar a la Cierva de Cerinea.
4. Capturar al Jabalí de Erimanto.
5. Limpiar los establos de Augias en un solo día.
6. Matar a los Pájaros del Estínfalo.
7. Captuar al Toro de Creta.
8. Robar las Yeguas de Diomedes.
9. Robar el Cinturón de Hipólita.
10. Robar el ganado de Gerión.
11. Robar las manzanas del Jardín de las Hespérides.
12. Capturar a Cerbero y sacarlo de los infiernos.

Según relatan autores griegos y romanos, Heracles llega a tierras gaditanas con la misión de realizar uno de dichos trabajos, el décimo, robar el ganado de Gerión, ser monstruoso compuesto de tres cuerpos con forma humana unidos en uno solo de cintura para abajo, dueño de un ganado de reses rojas, cuidados por un pastor llamado Euritión y un perro llamado Ortho, que habitaba en una isla llamada Eritheia, una de las que componían el pequeño archipiélago, junto con Kotinoussa, que entonces era Cádiz, Gadir para los fenicios, Gadeira para los griegos y Gades para los romanos. Una tercera isla, llamada Insula Iunonis, correspondería a la actual San Fernando.
Cádiz antiguo. Isla Eritheia en color naranja
Hesíodo, que vivió en el s. VIII a. de C., en su Teogonía afirma lo siguiente: Crisaor engendró al tricéfalo Gerión unido con Calírroe, hija del ilustre Océano; a éste le mató el fornido Heracles por sus bueyes de marcha basculante en Eriteia rodeada de corrientes.
El poeta Estesícoro, en un poema dedicado a Gerión, en el s. VI a. de C. refiere que vivía Más o menos enfrente de la famosa Eriteia, junto a los manantiales inagotables, de raíces de platas, del río Tartesos, en la gruta de una peña.
Apolodoro, en el s. II a. de C., cita también a Cádiz como escenario del trabajo de Heracles: Como décimo trabajo se ordenó a Heracles el ir a buscar el ganado de Gerión de Eriteia. Es ésta una isla situada en las proximidades del Océano, que ahora se llama Cádiz, habitada por Gerión, hijo de Crisaor y de Callírroe, la hija del Océano. Gerión tenía los cuerpos de tres hombres, crecidos juntos, unidos en uno por el vientre y divididos entre tres desde los costados y los muslos. Era propietario de un rojo rebaño. Euritión era su pastor y su perro guardián Orto, de dos cabezas, hijo de Equidna y de Tifón.
El historiador Herodoto, en el siglo V a. de C., afirma que Geriones, empero, residía lejos del Ponto, tenía su morada en una isla que los griegos denominan Eriteia, que se encuentra cerca de Gadeira, ciudad ésta siiuada más allá de las Columnas de Heracles, a orillas del Océano.
Hércules. Moumento a las Cortes
Otro historiador griego del s. I a. de C., Diodoro de Sicilia o Sículo, sitúa también en Cádiz la hazaña de Hércules: y Heracles, habiendo recorrido una gran parte de Libia, llegó al Océano cerca de los gaditanos y colocó estelas (columnas) en cada parte de los continentes, (...) y apoderándose de Iberia se marchó conduciendo los renombrados rebaños de bueyes.
Para Estrabón, geógrafo griego del siglo I, Eriteia se encontraba en Cádiz, y Plinio el Viejo, escritor y naturalista romano del S. I d. C., explica el origen del nombre de la isla y dice que es: ...Gades. Es llamada Eriteia por Eforo, y Filístides, Afrodisias por Timeo y Sileno. y por los naturales la Isla de luno. Según Timeo la isla mayor fue llamada Cotinusa por sus olivos. Nosotros la llamamos Tartessos, más los púnicos Gadir, lo que en lengua púnica significa reducto. Fue llamada Eriteia porque los tirios, sus aborígenes, se decían oriundos del mar Eritreo. Según opinión de algunos, aquí vivió en otro tiempo Geryones, al que Hércules arrebató los ganados.
Algunos de ellos llegan a localizar también el robo de las manzanas del Jardín de las Hespérides, undécimo trabajo de Hércules, en esta misma zona, entre otras posibles localizaciones del lejano Occidente.
Incluso un geógrafo romano originario de la misma provincia de Cádiz, Pomponio Mela (s. I d. C.), afirma que el héroe griego estaría enterrado en el gaditano Templo de Hércules, como, al parecer, era fama en la época.
Queda clara, pues, la estrecha relación de este personaje mitológico con Cádiz, llegando a figurar en el propio escudo de la ciudad y de su club deportivo, donde se le describe como su fundador y dominador.

Escudo en columna conmemorativa de los Patronos de Cádiz, s. XVIII.
Escudo del Cádiz C. F.

sábado, 6 de julio de 2019

San Fermín gaditano

San Fermín, iglesia del Rosario de Cádiz
Entre los días 6 y 14 de julio tienen lugar en Pamplona los sanfermines, las famosas fiestas en honor de San Fermín, su santo patrón, con los tradicionales encierros diarios de reses bravas por las calles pamplonesas hasta la plaza de toros.
En la iglesia del Rosario de Cádiz, en la calle del mismo nombre, se conserva una imagen suya en una de las capillas laterales del lado derecho del templo, presidiendo un retablo de mármol dedicado al santo patrón navarro, un bello conjunto escultórico y arquitectónico de finales del siglo XVIII, obra del escultor Cosme Velázquez, autor también de las imágenes laerales de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Javier, mientras que el retablo es de Torcuato Benjumeda, arquitecto que lleva a cabo una amplia reforma de la iglesia en estilo neoclásico. Fue un proyecto costeado por el navarro Juan Bautista de Ustáriz, Conde de Reparaz, en el que también colaboró el Marques de Valde-Íñigo, para que la comunidad navarra residente en Cádiz pudiera dar culto a su patrón, una práctica habitual en la época en que distintas comunidades regionales y extranjeras de la ciudad tenían sus propias capillas en diversas iglesias donde poder rendir culto a sus santos. Los navarros establecidos en la capital gaditana eran, fundamentalmente, navieros y cargadores a Indias dedicados al comercio con América, dueños de buques que hacían la carrera de Ultramar, como el propio Juan Bautista de Ustáriz, José de Lacoizqueta, José Antonio de Aizpurúa o Martín de Aguirre, entre otros.
El conde de Reparaz tuvo gran amistad con el citado Marqués de Valde-Íñigo, el sacerdorte José Saenz de Santamaría, promotor de la construcción de la iglesia del Rosario y del contiguo Oratorio de la Santa Cueva, lugar éste último donde los miembros de la Cofradía de la Madre Antigua practicaban sus ejercicios espirituales, a la que ambos pertenecían junto con otros navarros y gaditanos.
 Retablo de San Fermín (1784-1797)





lunes, 24 de junio de 2019

El extraño cráter sumergido en aguas de la bahía gaditana

Fotografía de la Bahía de Cádiz. El punto amarillo indica el lugar del cráter
El mar de Cádiz esconde un gran enigma en su interior, sumergido en aguas de su Bahía, en la zona comprendida entre la isla del Trocadero, en el término municipal de Puerto Real, y el Arsenal de la Carraca, en San Fernando, junto al canal de acceso a este enclave, en el llamado Saco de la Bahía. Se trata de un cráter o, más exactamente, de una estructura circular de, aproximadamente, 250 metros de diámetro y unos 25 ó 30 de profundidad, junto al cual se encuentran otros dos pequeños cráteres o estructuras circulares de 50 metros de diámetro cada una, visibles desde el aire y con marea baja, cuyo origen y razón de ser son totalmente desconocidos. Se han dado diversas explicaciones al respecto, ninguna de las cuales terminan por convencer del todo, constituyendo a día de hoy un enigma sin resolver. 
Entre las hipótesis dadas, se ha dicho que estos cráteres se habrían originado por el impacto de un meteorito en tiempos prehistóricos, pero, a decir verdad, dichas estructuras no parecen  responder a la tipología de esta clase de cráteres, como tampoco a la de crácter volcánico, no siendo Cádiz zona volcánica.
Ubicación del cráter frente a La Carraca, en San Fernando
También se ha dicho que podría tratarse de una cantera u otra construcción de época romana, una explicación poco probable teniendo en cuenta que está sumergida y, aunque es cierto que en los últimos dos mil años la configuración de la Bahía gaditana ha cambiado y el mar ha elevado su nivel, no lo ha hecho en la medida suficiente como para suponer que en esa época el cráter estuviera en la superficie. Se ha llegado, igualmente, a relacionar estas estructuras circulares con la mítica Atlántida, avanzada civilización de la que ya hablara el filósofo griego Platón, la cual, según algunos estudios, podría haber existido en algún punto del Golfo de Cádiz, como Doñana, pero nada se puede asegurar al respecto. Otra interpretación ofrecida es que el cráter no sería más que una mancha en el fondo marino provocado por una diferencia de vegetación, aunque habría que preguntarse hasta qué punto es posible que unas simples algas puedan agruparse formando esos círculos tan perfectos.
Pero la hipótesis más sorprendente de todas es que dichas estructuras podrían ser las compuertas de acceso a una supuesta base extraterrestre secreta existente bajo el subsuelo marino de la Bahía. A ello habría contribuído los avistamientos de extrañas luces o esferas luminosas que, a lo largo de los años, diversos testigos afirman haber visto emergiendo o sumergiéndose en estas aguas. Hubo un tiempo, particularmente en los años setenta y ochenta del pasado siglo, en que en Cádiz tenían lugar frecuentes avistamientos de OVNIS, hecho recogido, en algunos casos, por la prensa local, lo que se llegó a relacionar con esas estructuras circulares. Además de las luces, han ocurrido otros fenómenos extraños en su interior protagonizado por submarinistas que se han sumergido en ellas, como fuertes corrientes submarinas que los desplazaban o arrastraban a varios metros de distancia o, incluso, el impacto de las bombonas de oxígeno con objetos metálicos, según han relatado posteriormente, refiriendo también la existencia de otras extrañas marcas en el fondo marino de la zona.
Aplicando el zoom, se aprecia claramente las extrañas estructuras circulares

La existencia del cráter o cráteres se desconocía hasta fecha relativamente reciente, en que su imagen apareció de manera casual en una fotografía aérea realizada por un fotógrafo local en los años ochenta, aunque la zona ya era conocía de antiguo con el nombre de Poza de Santa Isabel, la cual no figura, por cierto, en las cartas naúticas que se han hecho de la Bahía gaditana, a excepción, al parecer, de una realizada por el brigadier Vicente Tofiño en el siglo XVIIII. Se da la circunstancia histórica de que en este mismo punto tuvo lugar entre los días 9 y 14 de junio de 1808, recién iniciada la guerra de Independencia española, un combate naval entre los restos de la escuadra francesa fondeados en estas aguas desde el desastre de Trafalgar unos años antes y fuerzas navales españolas, hecho de armas que se conoce como la batalla de la Poza de Santa Isabel, que supuso, realmente, la primera derrota de Napoleón en tierras españolas, suceso histórico apenas conocido.
Lo cierto es que, como decía al principio, ninguna de las explicaciones ofrecidas resultan convincentes. Lo único que, en mi opinión, parece fuera de toda duda es que estos misteriosos accidentes del relieve submarino gadiano, estructuras circulares o cráteres, no parece obra de la naturaleza, sino más bien un tipo de construcción extraña realizada por constructores y propósitos desconocidos, y basta para ello echar un simple vistazo y comprobar la forma circular perfecta y la disposición que presentan.
Cráter, también conocido como Poza de Santa Isabel. Al fondo, Cádiz
Placa conmemorativa de la batalla de la Poza de Santa Isabel en Bahía Sur, San Fernando

miércoles, 22 de mayo de 2019

Cádiz, patrimonio arqueológico excepcional

Yacimiento Gadir. Siglo IX a. de C.
La ciudad de Cádiz está asentada sobre los restos de las antiguas ciudades fenicia y romana de Gadir-Gades, de ahí que cada vez que se procede a la ejecución de alguna obra en su casco urbano aparecen restos de su pasado, ya sea en forma de tumbas, de restos arquitectónicos, escultóricos o cerámicos diversos. Es un patrimonio arqueológico de gran riqueza, oculto en gran parte todavía, que permite, sin ningún género de dudas, considerar a Cádiz como un gran yacimiento arqueológico sobre el que se yergue la ciudad actual, fruto de una historia de tres mil años y del paso por su suelo de pueblos que a lo largo del tiempo han ido dejando su huella. A nosotros solo ha llegado una pequeña parte de ese legado, debido, principalmente, a lo limtado de su territorio casi insular (no olvidemos que en la Antigüedad Cádiz la conformaban dos islas que con el tiempo se fusionaron) que obligaba a un uso continuado del mismo suelo, al no poder expandirse por otras zonas, construyendo siempre sobre lo ya edificado, destruyendo, así, las construcciones antiguas o reutilizando sus elementos constructivos.
Sarcófagos fenicios. S. V. a de C.
Ya en tiempos medievales debieron ser imponentes las ruinas de los grandes edificios publicos romanos, de algunos de los cuales quedaron referencias escritas, como el Anfiteatro (no confundir con el teatro), cuyos restos todavía eran visibles en los siglos XVI y XVII, en cuyo solar se levantó el actual barrio de Santa María.
Los restos de la Antigúedad gaditana no dejaron de aparecer en épocas posteriores, destacando el hallazgo en 1887 de un sarcófago antropoide masculino fenicio del siglo V a. de C.en las obras para una exposición marítima internacional en la zona conocida como Punta de Vaca, en los antiguos terrenos de Astilleros. A lo largo del siglo XX fueron multiplicándose estos hallazgos, sobre todo en su segunda mitad, con la construcción de numerosos bloques de viviendas en la zona de extramuros de la ciudad, en cuyas obras de excavación se producían nuevos descubriimientos arqueológicos, una zona particularmente rica al estar situada bajo ella la antigua necrópolis gaditana, donde han salido a la luz numerosas tumbas fenicias, púnicas y romanas, y donde tuvo lugar el hallazgo, en el año 1980, de otro sarcófago fenicio contemporámeo de aquél, en este caso femenino.
Galería abovedada. Teatro romano.
Junto a ambos sarcófagos, los grandes hallazagos arqueológicos han tenido lugar en el casco antiguo de Cádiz, destacando el teatro romano, descubierto también en los años ochenta del pasado siglo, oculto durante siglos bajo la desaparecida alcazaba medieval, o Castillo de la Villa, y otros edificios del barrio del Pópulo, como la Casa de la Contaduría, o torre de la Catedral Vieja, y la Posada del Mesón, del cual se puede ver un sector de su graderío, la galería abovedada de acceso al mismo y, bajo tierra, parte de la orquesta y la escena. En los años noventa se descubrió en pleno centro de la ciudad una factoría romana de salazón, tras el derribo del Teattro Andalucía, y a escasa distancia el gran descubrimiento de los restos de la Gadir fenicia, yacimiento fechado en el siglo IX a. de C., encontrado durante las obras de construcción del Teatro Cómico, hasta la fecha los restos más antiguos aparecidos.
De gran importancia es también el yacimiento arqueológico de la Casa del Obispo, entre las Catedrales Vieja y Nueva, conjunto funerario fenicio fechado a partir del siglo VIII a. de C., con añadidos púnicos y romanos posteriores, sobre cuyos restos arquitectónicos se construye la antigua casa episcopal, en tiempos modernos, superposición de estructuras que permite contemplar en un único espacio la historia de Cádiz. En el interior de una tumba apareció un anillo de oro con la representación de dos delfines, que debió pertenecer a un personaje local de relevancia allí enterrado.
Anillo fenicio de oro. S. VI a. de C.
A comienzos del milenio, se descubrieron los restos de una villa romana en el Parque de Varela, en extramuros de la ciudad, en las obras de construcción de un parking subterráneo, descubrimiento no exento de polémica en su momento pues se optó por trasladar los restos justo al lado, en el propio parque, para no entorpecer las obras, con lo que se descontextualizaba dichos restos y nos privaba a los gaditanos de contemplarlos en su ubicación original, unos tres metros por debajo del nivel actual del suelo, que era donde se tenian que haber conservado. Los restos de otra villa romana se encuentran en el Recinto Interior de la Zona Franca de Cádiz, con la particularidad, en este caso, de haberse conservado parte de una exedra o fuente.
En el mismo Parque de Varela, en los jardines de Kotinuossa (1), se exponen, a modo de museo al aire libre, reproducciones exactas de restos aparecidos en la zona, como tumbas, estelas funerarias y otras construcciones. Próximo a este parque, en los jardines de la Plaza de Asdrúbal, se pueden ver restos del acueducto romano que abastecía de agua a Gades, encontrados en la playa de Cortadura.
En el Museo Arqueológico de Cádiz se conserva buena parte de este patrimonio: sarcófagos, ajuar de las tumbas, estelas funerarias, cerámica, estatuas romanas, mosaicos y otras piezas de gran valor, que hacen de este museo uno de los principales museos arqueológicos de España.
El último hallazgo de importancia ha tenido lugar en las obras que se llevan a cabo en el edificio del Olivillo, junto a La Caleta, consistente en un verttedero o basurero de época romana, donde han aparecido gran cantidad de ánforas con desechos de pescados y otros restos procedentes de las factorías de salazón cercanas y de la actividad comercial del también cercano puerto de Gades. En este enlace se puede leer la noticia de su descubrimiento.
(1) Kotinoussa era el nombre de la isla mayor de las dos que componían Cádiz en la Antigüedad. La otra isla era conocida como Eritheia, que da nombre a los jardines situados enfrente, donde se encuentra la citada villa romana de Varela.

Tumbas fenicio-púnicas. Ss. V-IV a.C.
Tumbas romanas. Ss. I-II d.C.
Acueducto romano





Villa romana del Parque Varela








miércoles, 17 de abril de 2019

Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz

Fachada del Oratorio de la Santa Cueva
La Semana Santa es una fiesta que tiene peculiaridades y manifiestaciones propias dependiendo del lugar donde se celebre. En Cádiz, cada mañana de Viernes Santo tiene lugar en el Oratorio de la Santa Cueva, situado en la calle Rosario, en el centro histórico de la ciudad, un destacado acto de música sacra, la interpretación de una de las obras más importantes del compositor austríaco Joseph Haydn (1732-1809), titulada Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, rememorando las siete palabras que pronunció Cristo en la cruz poco antes de morir, y que compuso para dicho Oratorio en dos versiones, para orquesta y para cuarteto, dando cumplimiento, así, a un encargo que le había hecho el sacerdote José Antonio Sainz de Santa María, Marqués de Valde-Iñigo, promotor de la construcción del Oratorio, el cual costeó de su propia fortuna. Este templo es una de las mayores muestras del arquitectura neoclásica de España y consta de dos capillas, una inferior o subterránea, obra de Torcuato Cayón, de 1783, de gran austeridad y dedicada a la Pasión de Cristo, y otra superior, obra de Torcuato Benjumeda, acabada en 1796, de gran riqueza decorativa, en contraste con la inferior, dedicada a la exaltación de la Eucaristía. El Marqués de Valde-Iñigo, que ya había encargado a Francisco de Goya varias de las pinturas que decoran el interior de la capilla alta, encargó esta pieza musical a uno de los mejores y más conocidos compositores de la época, Joseph Haydn, para acompañar los ejercicios espirituales que la Congregación de disciplinantes de la Madre Antigua, a la que pertenecía el propio Marqués, realizaban en la capilla subterránea el Viernes Santo (Ejercicio de las Tres Horas, que tenía lugar entre las doce y las tres de la tarde para recordar las útlimas palabras de Cristo crucificado), interpretándose por vez primera dicho día del año 1787. El propio Haydn explica algunos de los detalles de este encargo:
Joseph Haydn
Hace unos quince años, un canónigo de Cádiz me pidió componer música instrumental sobre Las siete últimas palabras de Nuestro Salvador en la cruz. Era costumbre en la Catedral de Cádiz ​ producir un oratorio cada año durante la Cuaresma, el efecto de la interpretación no se ve reforzado por las siguientes circunstancias. Las paredes, las ventanas y los pilares de la iglesia estaban cubiertos con tela negra, y solo una gran lámpara colgando del centro del techo rompía la solemne oscuridad. Al mediodía, las puertas se cerraron y comenzó la ceremonia. Después de un breve servicio, el obispo ascendió al púlpito, pronunció la primera de las siete palabras (u oraciones) y pronunció un discurso al respecto. Esto terminó, dejó el púlpito y cayó de rodillas ante el altar. El intervalo fue llenado por la música. Entonces el obispo pronunció la segunda palabra, luego la tercera, y así sucesivamente, la orquesta siguiendo la conclusión de cada discurso. Mi composición estaba sujeta a estas condiciones, y no fue tarea fácil componer siete adagios de diez minutos cada uno, y que se sucedieran uno a otro sin fatigar a los oyentes; de hecho, me resultó completamente imposible limitarme a los límites señalados (1).
Esta es, pues, una tradición musical que se ha mantenido hasta nuestros días, en un ambiente de especial recogimiento y espiritualidad como es el de la Santa Cueva, un aspecto de la Semana Santa gaditana único y digno de ser conocido. 
(1) Fuente de la cita: es.wikipedia.org. La referencia a la Catedral de Cádiz es fruto de una confusión del propio músico, creyendo que el encargo procedía de este templo.

Actuación en la Capilla Baja de la Santa Cueva


jueves, 28 de febrero de 2019

Aquellos Duros Antiguos

Reales de a ocho del s. XVIII, los famosos duros antiguos
Una de las señas de identidad características del carnaval gaditano es ser intérprete agudo, crítico y jocoso de los acontecimientos ocurridos en la ciudad, el país o el mundo, de la realidad cotidiana en suma, que los autores carnavalescos reflejan en las letras de sus tangos, pasodobles, cuplés y popurrits, y el pueblo gaditano manifiesta en la calle disfrazándose de aquellos tipos o personajes que, por un motivo u otro, han sido actualidad, ridiculizándolos o criticándolos, haciendo gala siempre de un gran ingenio y originalidad.
El Tío de la Tiza
Uno de esos intérpretes fue el músico y autor carnavalesco de finales del siglo XIX y principios del XX Antonio Rodríguez Matínez, más conocido como El Tío de la Tiza, con su famoso tango Los duros antiguos, del coro Los Anticuarios, año 1905, verdadero himno del carnaval gaditano. Cuenta con arte y con gracia la historia del hallazgo por un pescador, un año antes, de un tesoro en la playa Victoria de Cádiz, mientras escarbaba en la arena para enterrar restos de pescado. El tesoro consistía en una importante cantidad de monedas de plata de mediados del siglo XVIII escondidas en la arena, concretamente reales de a ocho acuñados bajo el reinado de Fernando VI, un jueves de Corpus del 2 de junio de 1904, corriendo rápidamente la noticia por toda la ciudad y provocando que muchos gaditanos acudieran al lugar del descubrimiento y se pusieran a escarbar cuatro días seguíos sin descansar (...) por la tarde, de noche o por la mañana, como dice la letra del tanguillo, buscando ansiosamente alguna de las monedas que les permitiera mejorar sus pobres economías, en una época de penuria como la de aquellos años.
Coro Los Anticuarios (1905)
La suerte fue desigual, pues mientras unos consiguieron ver recompensados sus esfuerzos encontrando algunos duros antiguos, otros, en cambio, no vieron ni uno o, pero aún, cogiendo una pulmonía, como dice el autor que le pasó a su suegra. En cuanto al origen de las monedas, podrían proceder del naufragio de algún navío de la Carrera las Indias, del cargamento de alguno de los buques hundidos en la batalla de Trafalgar, o bien pertenecer al tesoro de un barco tripulado por un pirata gallego quien en 1827 se había amotinado y, posteriormente, encallado en la gaditana playa Cortadura, El Defensor de Pedro, cuyos tripulantes, que habían escondido el tesoro, fueron ajusticiados en Cádiz tras ser detenidos.
Un busto del Tío de la Tiza en el Paseo Marítimo, con una placa que reproduce la letra de su tanguillo, una espiocha y el anverso y reverso de los duros antiguos en el pedestal, se encuentra situado frente al lugar de la playa donde fueron halladas las monedas.

Busto de El Tio de la Tiza, en el Paseo Marítimo de Cádiz

Esta es la letra del famoso tanguillo:
Aquellos duros antiguos
que tanto en Cádiz dieron que hablar
que se encontraba la gente
en la orillita del mar
fue la cosa más graciosa
que en mi vida he visto yo.
Allí fue medio Cádiz
con espiochas;
y la pobre mi suegra
y eso que estaba ya media chocha;
Con las uñas a algunos
vi yo escarbar,
cuatro días seguidos
sin descansar.
Estaba la playa
igual que una feria
¡válgame San Cleto!
lo que es la miseria.
Algunos pescaron
más de ochenta duros
pero más de cuatro
no vieron ni uno.
Mi suegra, como ya dije,
estuvo allí una semana
escarbando por la tarde
de noche y por la mañana;
perdió las uñas y el pelo
aunque bien poco tenía
y en vez de coger los duros
lo que cogió fue una pulmonía.
En el patio de las malvas
está escarbando desde aquel día.