lunes, 2 de julio de 2018

Las Cuevas de Mariamoco


Foso de Puertas de Tierra, donde se encuentran dos accesos
cegados a las cuevas de Maríamoco
Una de las construcciones más singulares de Cádiz, aunque ocultas a la vista, son las llamadas Cuevas de Maríamoco o María Moco, un conjunto de galerías y pasadizos subterráneos que se encuentran en el subsuelo del llamado Frente de Tierra, es decir, las actuales Puertas de Tierra y los glacis que en su día existían frente a éstas, que hacían inexpugnable el único acceso terrestre a la ciudad, las cuales completaban el sistema defensivo que protegía la ciudad de los ataques enemigos, construido todo ello entre los siglos XVII y XVIII. Las galerías subterráneas o contraminas tenían como finalidad evitar o dificultar el avance de las fuerzas enemigas haciendo estallar la pólvora que había acumulada en unos pozos u hornillos distribuidos a lo largo de las galerías y, así, destruir a los sitiadores y las piezas de artillería que colocasen ante la muralla, hecho éste que nunca llegó a producirse. Al mismo tiempo, podían servir como vía de escape o de refugio en caso de asedio o invasión, en una ciudad acostumbrada a este tipo de episodios bélicos.
Uno de los accesos cegados a las cuevas, bajo la rampa que
baja a uno de los fosos de Puertas de Tierra
Estos pasadizos subterráneos forman parte de una de las leyendas más populares de la ciudad. El nombre de Maríamoco o María Moco, al parecer, procedía de una mujer gitana que vivía en estas cuevas cuando ya habían perdido su función militar, que elaboraba pócimas y ungüentos, y que un buen día desapareció sin dejar rastro. Las galerías, desde luego, eran el lugar perfecto para refugio de forajidos y contrabandistas, como refería un testigo presencial a principios del siglo XIX: continuamente, todos los días, estoy viendo entrar y salir por las bocas de las minas a muchachos, zagalones y hombres de mala facha, con faroles, linternas y hachones de viento, tomando conocimiento de sus direcciones; pues a su salida he oído las disputas que han tenido; y asimismo he visto entrar y salir con sacos de sal... (1).
Cuevas de Maríamoco. cuyas dimensiones serían,
aproximadamente, de un  metro de anchura por 1,80 de altura
La práctica del contrabando para burlar al fisco siempre ha sido una constante en la historia y Cádiz no podía ser menos, máxime en un puerto tan floreciente y de tanto tráfico comercial como el gaditano durante el siglo XVIII. También fue lugar de residencia de gentes de baja condición y sin recursos, que encontraban en ellas un sitio donde vivir. Con el paso del tiempo, las cuevas se convertirían en el lugar predilecto de las correrías de muchos chavales que se internaban en ellas en busca de aventuras y de antiguos tesoros que, según la creencia popular, había escondidos allí . En las exploraciones que se han hecho sí han aparecido restos de  diversas épocas: romanos, medievales, modernos y contemporáneos; incluso unos niños que se habían perdido en las cuevas llegaron a afirmar haber visto en algún lugar de ellas estatuas de mármol representando doce moros o apóstoles alrededor de una mesa.

Plano de la época con las contraminas o cuevas de Maríamoco bajo el Frente de Tierra (Puertas de Tierra y glacis)
En la actualidad, se conservan gran parte de estas galerías en la zona comprendida entre Bahía Blanca y la playa de Santa María, siendo visitables algunos de sus tramos. En las laderas que daban a la playa de Santa María del Mar había algunos accesos a las mismas, así como al pie de la muralla junto a la estación de Renfe o en el foso de Puerta Tierra, todos ellos ya desaparecidos o cegados. Desde hace unos años existe el proyecto de hacer visitable al público parte de estas galerías. En la espléndida maqueta de la ciudad del año 1777 que se conserva en el Museo de las Cortes de Cádiz se pueden apreciar reproducidas levantando la parte de los glacis que las cubre.

Ubicación de algunos edificios actuales sobre el plano de las cuevas (el Banco de España es hoy la Subdelegación de
Gobierno, el Gobierno civil ya no existe y la Clínica de Carlos Rubio es actualmente un geriátrico)
Además de las cuevas de Maríamoco, a veces confundidas con ellas, están las llamadas segundas galerías de Cádiz, de época medieval, pasadizos secretos que conectaban el antiguo Castillo de la Villa o Alcazaba de Cádiz, con la Alameda, con extramuros de la ciudad y con el puerto, como vía de huida en caso de asedio o ataque a la fortaleza, cruzando bajo tierra buena parte del casco antiguo gaditano, entre otras las iglesias de Santiago y San Francisco, como queda reflejado en un plano del año 1837, firmado por el ingeniero Serafín Manzano. Hay que recordar que el Castillo de la Villa fue destruido a mediados del siglo XIX, al estallar un polvorín que había en su seno, el cual se encontraba en el espacio que hoy ocupa parte del teatro romano y la anexa guardería municipal, en la calle de San Juan de Dios.

Segundas galerías de Cádiz en un plano de 1837, indicando el estado en que se encontraban en dicho año
Completarían este complejo sistema de galerías, túneles y pasadizos subterráneos una serie de galerías que comunicarían entre sí los principales edificios públicos y las cloacas de la Gades romana, que formaban parte de la red de alcantarillado de la antigua ciudad gaditana.
(1) Citado por José Pettengui Estrada. Coleccionable Imagen, 1980.

Antigua fotografía con los accesos a las contraminas de Maríamoco en la ladera de la playa de Santa María del Mar. Al fondo se aprecia las Puertas de Tierra, con el torreón central antes de ser reformado