sábado, 24 de julio de 2021

Un vertedero de 2.000 años de antigüedad

Testaccio haliéutico o vertedero romano de Cádiz

Nada habla mejor de cómo es la vida de un lugar que los residuos que dejan sus habitantes, pues gracias a esas basuras podemos conocer cuáles son sus costumbres, sus gustos, sus modos de vida y otros aspectos de su cotidianidad. Tanto como las construcciones, monumentos, necrópolis u otros restos arqueológicos de una ciudad o,incluso mas, los residuos acumulados a lo largo del tiempo por esos antiguos ciudadanos nos dan una valiosísima información sobre cómo eran o como vivían. Es el caso del llamado Testaccio haliéutico, o vertedero, fechado entre los siglos I a.C. y I d.C., hallado en 2019 en el Edificio Olivillo de Cádiz, en el marco de unas obras para acondicionarlo como instalación universitaria, muy próximo a la playa de la Caleta. Se hallaba en una de las orillas del canal Bahía-Caleta que en aquella época dividía Cádiz en dos islas, concretamenta de la isla Erytheia, una zona donde se localizaban factorías de salazón, tintorerías, fábricas de ánforas y otros edificios relacionados con la industria pesquera, a cierta distancia de la urbe gaditana, en donde se fueron acumulando restos de pescado, de ánforas, cerámicas y otros residuos generados por esta actividad portuaria. El vertedero formaba un montículo de unos siete metros de residuos, el cual sería visible desde cualquier punto de la ciudad romana. En las excavaciones llevadas a cabo también se hallaron restos de la pintura mural que decoraban las paredes de dichas instalaciones. Este espacio, de gran interés arqueológico, será convertido en un museo en el sotano del citado Olivillo a finales de año, un espacio de más de cien metros cuadrados de planta y cuatro de estratigrafía, donde podremos apreciar in situ parte de ese vertedero de 2.000 años de antigüedad, que nos permitirá conocer un poco mejor la vida en la antigua Gades.

Reconstrucción del testaccio bajo una imagen de Gades


sábado, 3 de julio de 2021

Cádiz, pionera de la tanda de penaltis

En estos días en que se está celebrando la Eurocopa 2020 de fútbol, que se suspendio el pasado año por la pandemia, es momento para recordar dónde surgió la idea de la tanda de penaltis para desempatar aquellos partidos en que los dos equipos finalizan el encuentro en empate, tras disputar los noventa minutos reglamentarios y la correspondiente prórroga con el mismo resultado, como le ha pasado a la propia selección española, que derrotó a Suiza, precisamente, en la tanda de penaltis, lo que le ha permitido acceder a las semifinales. Pues bien, fue en Cádiz donde esta fórmula vio la luz por primera vez, durante la celebración del Trofeo Carranza del año 1962, el conocido durante mucho tiempo como Trofeo de Trofeos, de gran renombre y prestigio durante muchos años y ya un tanto devaluado, que animaba con la fiesta del fútbol los veranos gaditanos antes del inicio de la temporada liguera. La idea de los penaltis se le ocurrió a un periodista de Diario de Cádiz, llamado Ramón Ballester, tras acabar en empate a tres goles la final de ese año entre Barcelona y Zaragoza, para así no tener que repetir el encuentro al día siguiente o darle la victoria al equipo que hubiese obtenido menos saques de esquina en contra. El partido, finalmente, se resolvió a favor del primero de los equipos, con el lanzamiento de cinco penaltis seguidos, sin alternancia entre los equipos, como se hace ahora, al haber marcado más goles, una iniciativa que haría fortuna en todo el mundo, aunque el mérito se lo llevaría años después el árbitro alemán Karl Wald, al presentar la misma idea a la FIFA y darle este organismo el reconomiento que le negaron en su momento al periodista gaditano. Este sistema de desempate se utilizó por primera vez en competiciones internacionales en la Eurocopa de 1976, dando la victoria a Checoslovaquia frente a Alemania Federal, donde el jugador checoslovaco Panenka lanzó, posiblemente, el penalti más famoso de la historia del fútbol. 

Copas del Trofeo Carranza