domingo, 19 de marzo de 2017

Cádiz, cuna de la libertad

Monumento a la Constitución de Cádiz, construido con motivo de su
 primer centenario
 

Tal día como hoy de hace 205 años se promulgaba la primera Constitución política de la nación española, la de 1812, o la Pepa, como popularmente fue conocida por ser día de San José, un texto que recogía los derechos y libertades de los españoles de la época, culminando de esta forma la labor de las Cortes Generales y Extraordinarias, inauguradas un año y medio antes en la vecina Isla de León, actual San Fernando, el 24 de septiembre de 1810 y que, trasladadas a Cádiz unos meses después, se reunirían en el Oratorio de San Felipe Neri, convertido para la ocasión en sede del Congreso de los Diputados. Fue un proceso revolucionario, influido por el pensamiento político de la Ilustración, que pretendía acabar con el régimen absoluto e instaurar un régimen liberal, basado en principios tan novedosos como la soberanía nacional, la separación de poderes y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, aprobándose medidas tan importantes como la libertad de imprenta, que suprimía la censura previa, la abolición del régimen señorial o la supresión del tribunal de la Inquisición.
No era casual que este acontecimiento político de tanta trascendencia en la historia de España y de Latinoamérica tuviese lugar en Cádiz. Aparte de la extraordinaria situación política que vivía el país, invadido por una potencia extranjera y sumido en una cruenta guerra de Independencia, con solo dos ciudades, San Fernando y Cádiz, como único territorio nacional libre de invasores franceses, en la capital gaditana se daban las circunstancias que dieron lugar al nacimiento de la Constitución liberal, existía el caldo de cultivo que la hizo posible.
La ciudad había alcanzado un alto grado de prosperidad económica gracias al comercio con las colonias americanas, que había permitido establecerse en la ciudad importantes colonias de comerciantes y burgueses de distintos países, atraídos por la actividad comercial de su puerto, sobre todo a raíz del traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717, con el consiguiente monopolio de ese comercio.
Pero por su puerto no solo entraban o salían productos y mercancías; también llegaban gustos, modas y las nuevas ideas y aires de libertad que habían ido arraigando en Europa a lo largo del siglo anterior, y que, poco a poco, los gaditanos fueron adoptando como propios.
Durante la celebración de las sesiones de las Cortes, Cádiz era una hervidero político. En la calle, en las casas, en los cafés, en las tertulias, no se hablaba de otra cosa que de la situación política, de los discursos de los diputados o de las medidas aprobadas, de todo lo cual se hacía eco la prensa, liberal en su mayor parte y de gran protagonismo en la ciudad, informando a la población gaditana. El pueblo, además, podía asistir a las sesiones en las tribunas existentes en San Felipe Neri, y allí aplaudir o abuchear las intervenciones de los diputados, manifestando, así, su aprobación o desacuerdo con sus discursos, prueba del nivel de libertad existente. Y todo esto mientras que desde el otro lado de la bahía los franceses sitiaban y bombardeaban la ciudad con sus cañones, pero haciendo tan escaso daño, por la distancia existente, que los gaditanos se tomaban los bombardeos a guasa, como recuerdan letrillas como éstas: Con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones....
La Constitución de 1812 marcó, pues, un antes y un después en la historia de España y su influjo se hizo sentir en otras Constituciones de Europa e Hispanoamérica. Por ello, Cádiz es y será siempre recordada por ser la cuna de la libertad.