Las Cortes de Cádiz, cuyas primeras sesiones tuvieron lugar en el Teatro de las Cortes de San Fernando, trasladándose posteriormente al Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz |
Se dice del diputado culiparlante aquel que asiste a las sesiones del Congreso sin intervenir para nada ni participar en los debates, limitándose a votar lo que les manda el partido, sin aportar nada. Es una palabra que ha adquirido relevancia en los últimos años de democracia española, que define a las claras la condición de muchos de nuestros parlamentarios, que acuden al Parlamento, cuando lo hacen, simplemente a ocupar un sillón, aunque eso sí, cobrando sus buenos sueldos y dietas por el mero hecho de asistir.
Pues bien, este vocablo tan peyorativo tiene su origen en las Cortes de Cádiz, que elaboraron y aprobaron la Constitución de 1812, y que pone de manifiesto el ingenio gaditano a la hora de expresarse y de llamar a las cosas por su nombre. Pedro Payán Sotomayor, en su libro "El Habla de Cádiz", dice lo siguiente sobre los culiparlantes:
"El diputado de las Cortes de Cádiz que nunca intervenía en los debates y que se limitaba a votar solamente. En las Cortes de Cádiz existían numerosos diputados que nunca hablaban y cuya intervención se reducía a votar. Como esto se hacía mediante el sistema de levantarse o quedarse sentado, el pueblo gaditano con su guasa de siempre, vino a llamar a estos diputados los culiparlantes, es decir los que hablaban con el culo".
Ahí queda eso. Como podemos ver, hay cosas que, por mucho que pase el tiempo, nunca cambian.
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