martes, 20 de septiembre de 2022

Tricentenario de la Catedral de Cádiz y la Procesión Magna

Vista de la Catedral desde el Campo del Sur

El fin de semana pasado ha tenido lugar en Cádiz la Procesión Magna, un acontecimiento que ha llenado de gaditanos y visitantes las calles de la ciudad, atraídos por lo extraordinario de este desfile de diecisiete pasos de misterio, para conmemorar los trescientos años del inicio de la construcción de la catedral de Cádiz, proyectada por el arquitecto Vicente Acero en 1722. Unas obras que se prolongaron durante más de un siglo, debido, fundamentalmente, a problemas económicos, finalizando en el año 1838, en que fue consagrado el templo. Además de Acero, en su ejecucion intervinieron otros arquitectos a lo largo de todo este tiempo, que le imprimieron los gustos arquitectónicos imperantes en cada momento, resultando un edifico caracterizado por la mezcla de estilos, barroco y rococó en el cuerpo principal, neoclásico en cúpula, torres y remate de la fachada, formando un conjunto armonioso, que recoge influencias de otras catedrales españolas e italianas.`

Como cabeza de su diócesis, Cádiz fue sede catedralicia desde el mismo momento de su reconquista por el rey Alfonso X el Sabio en 1264, quien mandó construir una catedral de estilo gótico, incenciada siglos después por los invasores anglo-holandeses, dirigidos por el conde de Essex, que saquearon la ciudad en 1596. A principios siglo XVII, se levanta sobre sus restos la actual iglesia de Santa Cruz o Catedral Vieja, edificio de estilo manierista y de gran sobriedad exterior, destacando la torre del sagrario. El auge comercial de Cádiz a raíz del comercio con las colonias de ultramar desde finales de este siglo y, sobre todo, con el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a la ciudad en 1717, junto con el aumento de la poblacion, hizo ver al Cabildo la necesidad de construir una nueva catedral que sustituyese a la antigua y que estuviese en consonancia con los nuevos tiempos. Así se construyó la  Catedral Nueva, como es conocida, monumento emblemático de Cádiz, cuya vista destaca sobre el conjunto del caserío gaditano.

Más información sobre la catedral gaditana en el siguiente enlace:

http://curiosidadesdecadiz.blogspot.com/2016/05/la-ultima-de-las-grandes-catedrales.html

miércoles, 15 de junio de 2022

La Casa de la Camorra de Cádiz

Fachada del antiguo colegio Arbolí
Situado en la calle Arbolí, antigua Empedrador, muy cerca de la céntrica Plaza de las Flores, y perpendicular a la calle Compañía, se encuentra un edificio que acogía el colegio Arbolí o Jaime Balmes y que, actualmente, alberga el Centro Municipal de Artes Escénicas. Pero este lugar esconde una historia desconocida para la mayoría de los gaditanos, que, gracias a la labor investigadora del historiador local Juan Antonio Vila Martínez, podemos conocer. Una historia que comienza en el siglo XVIII, la gran época de esplendor de la capital gaditana, cuando se instala en el lugar el Coliseo de la Ópera, un teatro de madera, junto al cual se instalan los músicos de la Compañía de la Ópera Italiana entre los años 1761 y 1778, bautizando los gaditanos el lugar como Casa de la Camorra, por el jaleo y el escándalo que formaban estos músicos italianos en sus ensayos. Años después, en 1783 se construye un Casino de tres plantas en el lugar que ocupaba la casa de la orquesta italiana, anexa al teatro de madera, que fue derribado, al que se dota de un salón teatro en la planta baja y varios salas y biblioteca en los pisos superiores, cuyos propietarios eran 27 comerciantes de 14 nacionalidades diferentes, de los que tres eran franceses y siete españoles, con apellidos tales como Behic, Delotz, Laxue, Mercy o Fournat, probablemente hijos de comerciantes galos nacidos en España que por tal motivo disponían de doble nacionalidad. Considerado el primer casino de nuestro país, usaron sus instalaciones para realizar transacciones comerciales con los productos procedentes de las colonias que enviaban a Europa. Parte de la fachada de este edificio de roca arenisca y estilo neoclásico, oculta tras las paredes del colegio Arbolí, es la descubierta por Juan Antonio Vila en 2016, la cual estaría compuesta de cinco arcos de medio punto, flanqueados por pilastras de orden romano y decorada con guirnaldas. A lo largo de la centuria siguiente, el edificio tuvo otros usos, sirviendo de sede de diversas instituciones gaditanas, como la Sociedad Económica de Amigos del País, el Liceo Artístico, el Ateneo de Cádiz, la Academia Filarmónica de Santa Cecilia o el Círculo Modernista, donde ensayaba el coro de Los Anticuarios del Tío de la Tiza, siendo en este lugar donde se escuchó por primera vez el tango de Los Duros Antiguos. Durante el siglo XX ha sido Escuela de Comercio, cabaret con el nombre de Kursaal Gaditano, Casa del Pueblo durante la Segunda República, sede de la compañía de títeres La Tía Norica, y colegio Jaime Balmes, estando ubicado en la actualidad el Centro Municipal de Artes Escénicas, como se ha dicho al principio. El edificio ha sido incluido en el Catálogo de Bienes de Interés Histórico Andaluz.
 
Parte de la fachada de la Casa de la Camorra

martes, 17 de mayo de 2022

La maqueta de Cádiz

Una de las joyas, poco conocida, del patrimonio histórico-artístico de Cádiz es el plano-relieve o maqueta de la ciudad, realizada en el siglo XVIII, y conservada en el Museo de las Cortes, la cual reproduce a escala el Cádiz de la época, cuyas medidas son 12,52 metros de largo por 6,92 de ancho. Fue un proyecto del rey Carlos III, que deseaba tener las maquetas de las principales plazas fuertes españolas, aunque solo llegó a ejecutarse la primera de las proyectadas, que fue la de la plaza de Cádiz, debido a los elevados costes que suponía tal proyecto. Su construcción se llevó a cabo por el ingeniero militar y teniente coronel de infantería Alfonso Ximénez entre los años 1777 y 1779, en el que participaron diversos artesanos de la ciudad, usando materiales nobles, como pino de Flandes, caoba, ébano y márfil, con un total de 333 piezas. Es, sin lugar a dudas, un documento de gran valor e interés que nos muestra cómo era la ciudad en esos años y nos permite comprobar su evolución a lo largo del tiempo, su urbanismo, sus casas, sus conventos e iglesias, sus murallas, el puerto, destacando, entre otros, el conjunto de las Puertas de Tierra, con los desaparecidos glacis que había en su frente, y la catedral, donde se aprecia el diseño original de las torres que aún no se habían construido y que fue modificado posteriormente. Una vez concluida, la maqueta se trasladó a Madrid, donde permaneció hasta finales del siglo XIX, en que regresó a Cádiz, pasando por diversas vicisitudes hasta que fue instalada en el Museo Iconográfico e Histórico de las Cortes y Sitio de Cádiz en 1912 y restaurada en los años sesenta del pasado siglo.

El siguiente enlace de Diario de Cádiz es un completo reportaje fotográfico sobre la maqueta:

miércoles, 27 de abril de 2022

Liberal

Monumento a las Cortes de Cádiz
Liberal es un término que tiene varias acepciones o significados. Según la Real Academia Española de la Lengua, liberal es una persona generosa o que actúa con liberalidad; que se comporta o actúa de una manera alejada de modelos estrictos o rigurosos; o, también, que es comprensivo, respetuoso y tolerante con las ideas y los modos de vida distintos de los propios y con sus partidarios; otra acepción es que es partidario del liberalismo. El liberalismo es una doctrina o filosofía política, social y económica que defiende las libertades y derechos individuales, la igualdad ante la ley, la limitación del poder del Estado, y, desde el punto de vista económico, la iniciativa privada y el libre mercado, principios que se condensan en el llamado Estado de Derecho o Imperio de la ley. Surge en el siglo XVIII durante la Ilustración, en países como Inglaterra, Francia y EE.UU., defendido por filósofos e intectuales, siendo la emergente burguesía de la época la gran beneficiaria y defensora de este nuevo régimen, que se inicia con la Revolución Francesa.

Pero el liberalismo también tuvo en España un lugar especial, concretamente en la ciudad de Cádiz, entonces de gran renombre e importancia, por cuyo floreciente puerto, además de las mercancías de todo el mundo, llegaban las nuevas ideas de libertad que circulaban por Europa y que hicieron de Cádiz una urbe abierta, cosmopolita y liberal, una verdadera isla de libertades y de cultura en la España de aquella época. Fue en el Cádiz de las Cortes, entre los años 1810 y 1813, reunidas, primeramente, en San Fernando y trasladadas, poco después, a la capital gaditana, cuando el liberalismo ve la luz, promulgándose en 1812 la primera Constitución española, modelo de otras Constituciones europeas y americanas, y llamándose liberales a los diputados que defendían esas nuevas ideas, protagonistas principales en la elaboración de aquélla, dotándose por primera vez a la palabra liberal del sentido politico que en la actualidad tiene, por contraposición a serviles o absolutistas, partidarios del absolutismo o poder absoluto del monarca, que defendían sin limitaciones de ningún tipo. Dos ideas o formas de entender la política y la sociedad que años después, tras la muerte de Fernando VII en 1833, llegarían a enfrentarse en las llamadas guerras carlistas. 

Cádiz era una isla de libertad y cultura en la España de la época
El político y escritor gaditano Antonio Alcalá Galiano (1789-1865), afirma que la palabra liberal nació en Cádiz, y, según el también escritor e historiador santanderino Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), esta palabra no había tenido en España otra aceptación que la de generoso o desprendido, pero desde aquella temporada gaditana (se refiere al período de las Cortes) comenzó a designar a los que siempre llevaban el nombre de libertad en los labios (1).

En el libro titulado El Habla de Cádiz, de Pedro Payán Sotomayor, se recoge esta palabra entre los muchos vocablos y expresiones de origen gaditano que el autor enumera, y menciona la cita del historiador Gregorio Marañón en el prólogo de otra obra, El Cádiz de las Cortes, de Ramón Solís, donde se dice que Cádiz, al principio de siglo, era de todas las ciudades de España la que por su cultura, su finura y su sentido universal tenía que sentir la honda responsabilidad de aquel viento que sopló sobre el mundo en el siglo XVIII, porque Cádiz, en la época de las Cortes, fue (...) una de las ciudades creadoras de la España moderna (2).

En Cádiz, pues, existía el caldo de cultivo que la convertiría en uno de los santuarios mundiales del movimiento liberal, en sus gentes, en sus costumbres, en la ideosincracia de su pueblo que, no olvidemos, lo integraban gaditanos de origen y de otras nacionalidades, comerciantes principalmente, atraídos por la actividad de su puerto que se habían establecido en la ciudad y echado raíces.

Fuentes de las citas: 
(1) https://prodavinci.com/la-palabra-liberal-es-de-origen-espanol/
(2)El habla de Cádiz, de Pedro Payán Sotomayor. Sexta edición revisada, 1996. Quorum Libros Editores. 

jueves, 10 de marzo de 2022

Gaditanos en las gradas del Coliseo de Roma

En la Antigüedad, Cádiz (Gades) mantuvo una intensa relación con Roma que iba más allá de las relaciones puramente comerciales a través de su puerto, pues éstas se extendían también al terreno de la política, de lo social, de lo militar y del ocio. Fue una relación fructífera desde los mismos inicios de la conquista romana de la vieja Gadir a los cartagineses, a finales del siglo III a. de C., durante las guerras púnicas, en la que la ciudad obtendría un trato favorable por parte de los conquistadores romanos al haberse aliado con ellos en contra de los cartagineses, otorgándole el tratamiento privilegiado de ciudad federada y bautizándola con el nombre de Gades. El escritor y orador romano Cicerón la llamaría, posteriormente, "fidelísima y muy amiga de Roma"*.

Aunque conservando sus viejas tradiciones fenicias, la ciudad se integró plenamente en el mundo romano, sobre todo en tiempos de los Balbos, una  rica familia gaditana de origen púnico del siglo I a. de C., que tuvo un papel relevante en la vida política, social y económica de la ciudad. Uno de sus miembros, Lucio Cornelio Balbo el Mayor, que fue el primer no itálico en alcanzar la más alta magistratura romana, al ser nombrado cónsul en el año 40 a. de C., mantuvo una estrecha amistad con Pompeyo y, sobre todo, con Julio César, llegando a convertirse en hombre de confianza suyo. Fruto de esta buena relación, César otorgó la ciudadanía romana a los gaditanos, visitando la ciudad y su famoso templo de Hércules donde, según cuenta el historiador romano Suetonio, lloró ante la estatua de Alejandro Magno que había en su interior, al recordar que, a la misma edad que el macedonio, no había alcanzado su gloria ni hecho nada digno de mención. Un sobrino de Balbo, de su mismo nombre y conocido como Balbo el Menor, también ocupó diversas magistraturas y participó en varias campañas militares en África, siendo el primer general extranjero en obtener de Roma los honores del Triunfo, además de ser amigo personal del emperador Augusto. Balbo, que ya había promovido la construcción de un teatro en la capital del Imperio, engrandeció su Gades natal construyendo una ciudad nueva frente a la antigua fenicia, dotándola de grandes edificios públicos, de los que se ha conservado el teatro romano.

Este vínculo entre Gades y la capital del Imperio también alcanzó aspectos lúdicos, como fue, por ejemplo, la fama que llegaron a tener en Roma las bailarinas gaditanas, las puellae gaditanae, conocidas por sus bailes sensuales y sus cantos eróticos, que acompañaban de unos instrumentos musicales parecidos a las castañuelas actuales, las cuales fueron muy apreciadas y solicitadas en las fiestas y banquetes de los patricios romanos.

Pero la relación de gaditanos y gaditanas con Roma no solo se circunscribía a estas bailarinas.  Además de los Balbos, es de suponer que hubieran otros, políticos, nobles, comerciantes o simples ciudadanos pudientes, que la visitaran, que se relacionasen con personajes romanos importantes y que, incluso, llegaran a poseer asientos reservados en algunos sus grandes edificios públicos, como el Coliseo. Y es que se han conservado dos inscripciones con el nombre de Gaditanorum, es decir, de los gaditanos, en unas gradas del famoso anfiteatro romano, en la cávea o zona noble, donde tomaban asientos los senadores y patricios romanos, que fueron analizadas hace varios años por unos investigadores de la Universidad de Cádiz, que indica que ese lugar del graderío estaba reservado a los gaditanos. Son las únicas inscripciones existentes que aluden a los naturales de una ciudad del Imperio, no existiendo ninguna otra, o, al menos, que se haya conservado. Este dato curioso pone de manifiesto que hubo familias gaditanas ricas o influyentes viajando o residiendo en Roma, que podían permitirse el privilegio de disponer de localidades privadas en dichos edificios públicos, ejemplo de esa importante relación existente entre ambas ciudades.

 

(*) Historia de Cádiz y su Provincia, de Adolfo de Castro, pag. 137.

Más información sobre las bailarinas gaditanas en el siguiente enlace: 

http://curiosidadesdecadiz.blogspot.com/2014/10/las-bailarinas-gaditanas-que.html