miércoles, 7 de mayo de 2014

El Teatro Romano de Gades

Teatro romano de Cádiz. En la foto, parte de la media cavea
El teatro romano de Gades es el principal  resto arqueológico del pasado romano gaditano que ha llegado hasta nuestros días. Descubierto casualmente en 1980, estuvo durante muchos siglos oculto bajo edificaciones de épocas posteriores, tanto musulmanas como cristianas medievales, como el desaparecido Castillo de la Villa, y edificios notables del barrio del Pópulo como la Posada del Mesón, parte de la Catedral Vieja y la guardería municipal, y más recientes, como la Fundición Vigorito.
Galería interior por donde circulaba el público
que accedía a las gradas
Construido en el siglo I a. de C., es el teatro más antiguo de Hispania. Formaba parte, junto con otras grandes construcciones públicas, como el anfiteatro, que estaría situado en el barrio de Santa María, del proyecto de engrandecimiento de Gades llevado a cabo por Lucio Cornelio Balbo El Menor, magistrado principal de la ciudad. En los últimos años, en las excavaciones realizadas en varios solares de dicho barrio, han aparecido numerosos restos romanos. 
Entre las características del teatro, destaca como particularidad su planta ultrasemicurcular o de herradura, al estilo de los teatros griegos, forma que los constructores romanos abandonarían posteriormente por la semicircular, y su gran tamaño, teniendo un diámetro de 120 metros, siendo uno de los más grandes no solo de España, sino de todo el Imperio romano. Tenía capacidad para 20.000 espectadores, en una población de unos 50.000 habitantes, lo que da idea de la importancia de la ciudad en aquella época. Construido a base de hormigón romano, mampostería y sillares de piedra ostionera, aprovechando el desnivel natural del suelo, los espectadores tenían su lugar en el graderío dependiendo de su condición social: el pueblo en general, las mujeres y los esclavos en las gradas superiores llamada summa cavea, mientras que las clases altas y las autoridades en las inferiores, que eran la parte noble, llamada ima cavea, y la orchestra, espacio semicircular situado ante el escenario, habiendo una zona intermedia, la media cavea, que es la zona al descubierto del teatro gaditano. Tanto la escena como el pórtico trasero permanecen ocultos bajo las casas del barrio del pópulo. Los vomitorios permitían la entrada y la salida de las gradas hacia la galería interior, zona por la que circulaban los espectadores, y que hoy presenta un buen estado de conservación.
El teatro de Gades era, desde luego, un teatro digno de una gran urbe como era Cádiz en aquella época, que tuvo su momento de esplendor, pero que a partir del s. IV fue decayendo hasta quedar en ruinas. Gracias a que quedó enterrado y olvidado bajo construcciones posteriores se ha podido conservar. En la actualidad, está cerrado al público, llevándose a cabo trabajos de excavación con la idea de abrirlo al público una vez concluyan los mismos. El proyecto es hacer visitable las zonas inferiores del teatro ocultas en el subsuelo del Pópulo (orchestra, escena y pórtico) una vez estén acondicionadas.

miércoles, 23 de abril de 2014

Los nombres de Cádiz

Bahía de Cádiz en la Antigüedad. En trazo más
tenue se aprecia la línea de costa actual.
A lo largo de su historia, Cádiz ha tenido distintas denominaciones, siendo nombrada de una u otra forma según los pueblos que la fueron colonizando, aunque conservando en general la misma raíz.
Los fenicios, primeros navegantes en llegar a estas costas, la bautizaron con el nombre de Gadir, que en su lengua significa "recinto cerrado o fortificado", por las murallas que la defendían.
Los griegos la denominaron Gadieras, forma plural que hacía referencia al conjunto de islas o pequeño archipiélago que constituía entonces Cádiz, islas cuyos nombres eran Erytheia, la más pequeña de todas, correspondiente a la zona que hoy ocupa la Torre Tavira y alrededores, donde se encuentra el yacimiento fenicio Gadir, separada por un brazo de mar de Kotinoussa, isla alargada que se extendía desde la punta de San Sebastián hasta el islote de Sancti Petri, llamada así por los acebuches que crecían en su suelo, y Antípolis, correspondiente a la actual San Fernando.
El origen del nombre Gadir y Gadeiras procedería, según la mitología griega, de un rey atlante llamado Gadiro o Gadeiro, que reinaría en este extremo de la legendaria Atlántida.
Con la conquista romana, pasó a denominarse Gades, una de las más importantes urbes, no solo de Hispania, sino de todo el imperio. Julio César la nombró Augusta Urbs Julia Gaditana, tras conceder a sus habitantes la ciudadanía romana en señal de gratitud por haberle apoyado en su guerra con Pompeyo por el dominio de Roma, de donde procede el actual gentilicio de gaditano-a.
Bajo la dominación musulmana, momento en que la ciudad pierde su antigua importancia y esplendor, su nombre cambió al de Yazirat Qadis, Isla de Cádiz. Y tras su Reconquista por el rey castellano Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII, empezó a llamarse con su actual denominación de Cádiz, apareciendo en los mapas medievales con la forma Caliz.
Junto a su topónimo, Cádiz también ha sido bautizada poéticamente de diversas maneras: Sirena del Océano, por Lord Byron, poeta romántico inglés de principios del siglo XIX; Salada Claridad, así llamada por Manuel Machado en su "Canto a Andalucía"; Señorita del Mar, por José María Pemán en su "Piropo a Cádiz"; Tacita de Plata, su denominación, quizás, más popular, por la forma de la ciudad en los siglos XVIII y XIX y por la limpieza de sus calles en esa época; y, finalmente, Cai, que es como se la nombra en el mundo del cante flamenco y de la copla.

viernes, 4 de abril de 2014

Un cementerio de barcos en aguas gaditanas


Cargamento de ánforas romanas en el fondo del  mar
Un aspecto interesante, aunque poco conocido, de Cádiz son las riquezas que esconden sus aguas. No me refiero, en este caso, a los tesoros naturales de la vida marina, en forma de plantas y animales acuáticos, sino a aquellos otros procedentes de la acción del hombre, como pueden ser los barcos hundidos a lo largo de la historia a causa de naufragios, y que siguen ahí, olvidados en las profundidades, a merced de la erosión y las corrientes marinas, esperando ser rescatados alguna vez para nuestro disfrute y contemplación, como una parte recuperada del pasado. Son muchos los navíos hundidos en las aguas gaditanas, como no podía ser de otra forma en una costa con tanta historia y en un enclave tan estratégico como éste, cruce de caminos y paso de civilizaciones diversas. Naufragios causados por temporales, por guerras, por accidentes o por fallos técnicos o humanos desde los tiempos más remotos.
Batalla de Trafalgar, ocurrida el 22 de octubre de 1805.
 Supuso la pérdida de la flota conjunta  hispano-francesa 
frente a la inglesa y el final del poderío naval español
Sepultados bajo estas aguas yacen restos de barcos o pecios, nombre con el que se conoce estos yacimientos arqueológicos subacuáticos, de los pueblos que han pasado por aquí, muchos de ellos perdidos para siempre. Es fácil imaginar la cantidad de naves, y con ellas, las riquezas que transportaban, que en el transcurso de los siglos han naufragado frente a nuestras costas, paso obligado desde la antigüedad de importantes rutas comerciales. Desde naves fenicias o romanas, transportando ricos cargamentos de todo tipo de productos con los que comerciaban (ánforas conteniendo vino o aceite, productos manufacturados, metales preciosos...), pasando por galeones cargados oro y plata procedentes de las colonias americanas y que tenían, primero en Sevilla y después en Cádiz, sus puertos de partida y llegada, sin olvidar, naturalmente. la tragedia de las guerras en estas aguas, con esos grandes navíos idos a pique, junto con sus tripulaciones, por los cañonazos del enemigo, como en la batalla de Trafalgar, algunos de los cuales aún reposan en este cementerio de barcos que es la Bahía y el Golfo de Cádiz.
Mapa con localizaciones de naufragios de los siglos
 XV al XIX a lo largo de la costa gaditana
De los naufragios sucedidos a lo largo de la historia en las costas gaditanas, se conoce la localización bajo la superficie marina de algunos de ellos, conocidos como pecios, gracias a la labor de investigación llevada a cabo por el Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz, ubicado en el Balneario de la Palma, a las referencias de submarinistas independientes y a los datos aportados por la documentación antigua.
Así, naufragios de época púnico-romana se han localizado en diversos puntos de la bahía gaditana, tanto restos de embarcaciones como sus cargamentos: en El Aculadero, en el Puerto de Santa María; en la zona del Puente Carranza; en la Punta de la Nao y otros puntos de la Caleta, enclave especialmente rico en hallazgos arqueológicos, así como en el islote de Sancti-Petri.
De época moderna, del siglo XVI en adelante, hay localizados en este mismo islote y en la costa de Conil, gran cantidad de cañones de hierro correspondientes a galeones hundidos, como también en la Caleta, concretamente en las inmediaciones del Castillo de San Sebastián, y pecios de los siglos XVIII y XIX en la Cabezuela y en la Carraca,  cuyo Arsenal ha destacado en la construcción naval en los últimos tres siglos.
Hay localizados, igualmente, cañones, anclas y otros restos en aguas de Bolonia y Tarifa. En la bahía de Algeciras, hay un pecio del siglo XVII en la zona de la Ballenera y otro en Punta Europa. Éste último podría tratarse de un navío inglés hundido a finales del siglo XVII con un cargamento de oro.
El Santísima Trinidad, buque insignia de la 
marina española y el más grande de su 
tiempo, hundido en 1805. Yace sumergido
 en aguas de Barbate
Recientemente, con motivo de las obras de la nueva terminal de contenedores del puerto de Cádiz, aparecieron lingotes y monedas de plata de dos pecios de los siglos XVII y XVIII. No es la primera vez que aparecen restos antiguos en estas aguas, pues los dragados efectuados en años anteriores en el canal de acceso al puerto gaditano han aportado numerosos hallazgos, algo normal teniendo en cuenta la importancia histórica de este puerto.
Los naufragios, quizás, más sugestivos por su significación histórica fueron los producidos durante la batalla de Trafalgar en el año 1805, de los que hay localizados con seguridad, al menos, tres: el Santísima Trinidad, el Bucentaure y el Fougeaux, los dos primeros, curiosamente, buques insignias de las flotas española y francesa respectivamente, aliadas en la batalla. Hay que decir que, junto con los barcos, el mar se tragó a centenares de hombres de las tres nacionalidades que lucharon en esta sangrienta batalla naval.
El Santísima Trinidad, el buque de guerra más grande que surcaba entonces los mares, comandado por el almirante Federico Gravina, destrozado por el fuego enemigo, se hundió en la tormenta que se desencadenó tras la batalla mientras era remolcado por los ingleses a Gibraltar. Está localizado en aguas de Barbate. La Universidad de Cádiz propuso hace pocos años un proyecto para reflotar los restos del navío y convertirlo en museo.
El Bucentaure, buque insignia francés comandado por Pierre Villeneuve, jefe de la escuadra franco-española, derrotada por la flota inglesa en Trafalgar, hundido también por el fuerte temporal que se levantó mientras intentaba alcanzar el puerto de Cádiz, yace sumergido en una zona de la Caleta conocida como Bajo de Chapitel, donde hay localizados una veintena de grandes cañones.
Objetos recuperados del buque francés Fougeaux, sumergido 
frente a la playa de Camposoto, en San Fenando
Por último, los restos del otro buque francés, el Fougeaux, reposan frente la playa de Camposoto, en San Fernando, donde se fue a pique, junto con los quinientos hombres de su tripulación. Se han contabilizado una gran cantidad de cañones y se han recuperado diversos objetos de uso cotidiano.
A finales del siglo XIX tuvo lugar el hundimiento del crucero Reina Regente, debido a un fuerte temporal, siendo el mayor naufragio sucedido en aguas gaditanas en tiempo de paz, del que aún no se han localizado sus restos. (Pinchad en el enlace).
No quisiera terminar este artículo sobre naufragios sin mencionar el famoso caso del descubrimiento, en el año 1904, de una gran cantidad de monedas de plata del siglo XVIII en la playa de la Victoria, enterradas en la arena, procedentes de un antiguo naufragio, hecho que levantó una gran expectación en la ciudad de Cádiz y que quedó inmortalizado en el conocido tango gaditano de Los duros antiguos, compuesto por Antonio Rodríguez Martínez, Tío de la Tiza.

sábado, 15 de marzo de 2014

Cádiz, ¿la ciudad más antigua de Occidente?

Restos de la antigua Gadir bajo el Teatro Cómico de Cádiz. Siglo IX a. de C.
En un artículo anterior formulé la pregunta de si Cádiz es, en realidad, la ciudad más antigua de Occidente, como tradicionalmente se ha venido afirmando, y así consta en las fuentes clásicas, fundada por los fenicios procedentes de Tiro, en el Líbano actual, en el año 1.104 a. de C., o hay que hacer caso de los datos aportados por la Arqueología, que sitúa dicha fundación a finales del s. IX a. de C., es decir, tres siglos posterior. En mi opinión, la respuesta es afirmativa.
Objetivamente, no se puede cuestionar una ciencia precisa en cuanto a la datación histórica de los hechos humanos como es la Arqueología, cuyos métodos estratigráficos de recogida de información, a través de los restos materiales y humanos conservados de las civilizaciones antiguas, permite un conocimiento fiable de la historia de la humanidad. Pero esto no indica que, por el mero hecho de no haberse encontrado hasta el momento un determinado resto arqueológico que avale esa antigüedad, no pueda aparecer en futuras excavaciones. Esto es, precisamente, lo que ha ocurrido en Cádiz en los últimos años, pues antes del descubrimiento de los restos fenicios aparecidos en las obras del Teatro Cómico, en la calle San Miguel, tras la Torre de Tavira, la arqueología fechaba la fundación de Gadir en el siglo VIII a. de C. Pero, a raíz del descubrimiento de dichos restos, que son hasta el momento los más antiguos encontrados en la ciudad, se ha podido retrasar la fecha arqueológica de esta fundación , con lo que puede ser cuestión de tiempo que la misma ciencia confirme la trimilenaria historia gaditana. En concreto, los restos consisten en varias viviendas en torno a dos calles, situados a varios metros de profundidad con respecto al nivel actual del suelo, hasta ahora el yacimiento arqueológico fenicio más antiguo de todo el Mediterráneo occidental.
Con respecto a dichas fuentes antiguas, no se puede poner en duda las mismas tan a la ligera, como se ha pretendido algunas veces, pues los historiadores antiguos que fecharon Gadir dándole esa antigüedad estuvieron mucho más cerca en el tiempo que nosotros de los acontecimientos que narraron, y con toda probabilidad usaron fuentes fiables en su época que no nos han llegado. Si para tantos hechos de nuestro pasado sí damos crédito a las fuentes escritas, a falta de otros datos, ¿por qué no podemos hacer lo mismo con respecto a los orígenes de Cádiz?
Por tanto, no hay por qué poner en duda la veracidad de la fecha tradicional de la fundación de Cádiz en el año 1.104 a. de C., con lo que la ciudad sería, efectivamente, la más antigua de Occidente, y esperar a que, a no mucho tardar, la arqueología confirme esta mítica fecha.

jueves, 6 de marzo de 2014

El Carnaval Gaditano

En diferentes lugares del mundo se celebran carnavales, algunos tan famosos y espectaculares como los de Río de Janeiro o Venecia, que atraen a millones de personas. En España, país de arraigadas fiestas y tradiciones, los más conocidos e importantes son los de Tenerife y Cádiz, pero en muchos pueblos y ciudades, tanto andaluces como de otras regiones, también se celebran buenos carnavales.
Coro en la plaza de la Catedral
Si algo distingue al carnaval gaditano es su forma de expresarse y su singularidad. Esto se evidencia ya desde sus mismos orígenes, al ser el resultado de una mezcla de estilos, manifestación, por otra parte,  de sus mismas circunstancias históricas: carnaval italiano (herencia de la importante colonia de comerciantes genoveses establecidos en Cádiz desde finales de la Edad Media), con aires caribeños (merced a los intensos intercambios comerciales y culturales entre ambas orillas del Atlántico a través del puerto gaditano) y un toque de flamenco andaluz, que le dan esa riqueza y esa distinción tan características.
Es un carnaval con distintos tipos de agrupaciones. Unas son oficiales, como los coros, comparsas, chirigotas y cuartetos que participan cada año en el Concurso de Agrupaciones del Gran Teatro Falla, procedentes tanto de la capital como de poblaciones de la provincia, de Andalucía e, incluso, de otros puntos de España. Otras son las llamadas ilegales, chirigotas familiares o formadas por grupos de amigos, que recorren las calles de la ciudad y que animan la fiesta ofreciendo sus variopintos tipos y repertorios, dándole al carnaval gaditano ese carácter popular que tanto llama la atención a los visitantes. Junto a ellas, los romanceros, formado por una o dos personas, que con un cartel o tablón y un palo van contando la actualidad de una forma burlesca y atrevida, animando también con su presencia las calles del centro. Sin olvidar, por supuesto, el carrusel de coros en las bateas, uno de los acontecimientos más espectaculares, ofreciendo al público congregado en calles y plazas sus vistosos tipos y sus tangos y cuplés.
Chirigota de las llamadas ilegales cantando en la calle
De los cuartetos, decir, como curiosidad, que solo en Cádiz se pueden formar cuartetos de ¡tres o de cinco! componentes, aparte, naturalmente, de los de cuatro, como corresponde.
El gaditano es, además, el carnaval más largo que se conoce, pues se inicia, de manera oficiosa, casi inmediatamente después de las fiestas navideñas, con las conocidas citas gastronómicas de la pestiñada, ostionada y erizada, una ocasión inmejorable para degustar estos productos típicos. Poco después, empieza el Concurso del Falla, que dura varias semanas, finalizado el cual el pregón da comienzo oficial a la semana grande del carnaval gaditano, en febrero o marzo, según sea el calendario de la Semana Santa, prolongándose más allá del martes de Carnaval, que en otras localidades suele poner fin a la fiesta con el entierro de la sardina. Ya en plena Cuaresma, el llamado Carnaval Chiquito o Carnaval de los más hartibles como también se le conoce, un fin de semana después del domingo de piñata, pone punto y final a la gran fiesta gaditana, aproximadamente unos dos meses después de iniciada. Ya toca esperar al próximo año, aunque para los coristas, comparsistas y chirigoteros, será antes, solo unos meses, pues a partir de septiembre, normalmente, comienzan los nuevos ensayos.
Pero, quizás, sea el habla gaditana, manifestada en las letrillas de las coplas, las expresiones populares propias de esta tierra, la gracia, la agudeza, la ironía, el rasgo más característico del carnaval de Cádiz, y lo que le ha dado mayor fama, rasgo ciertamente inimitable. Palabras que, como chirigota y otras, ya se han incorporado plenamente a la lengua española y que cada vez son más usadas en el conjunto de España.