martes, 9 de septiembre de 2025

El saqueo anglo-holandés de Cádiz de 1596

Mapa de la Bahía de Cádiz en el siglo XVII

A finales del siglo XVI el enfrentamiento entre la católica España, principal potencia mundial del momento, y la protestante Inglaterra, dispuesta a arrebatarle ese poder, iba en aumento, estallando la guerra entre ambos países, la cual se prolongaría entre los años 1585 y 1604. Los corsarios ingleses no dejaban de atacar las costas españolas y hostigar los galeones cargados con las riquezas procedentes de las colonias americanas; la Corona inglesa, además, apoyaba a los Países Bajos, también en guerra con España. Ante esta situación, Felipe II decidió invadir Inglaterra, para lo cual armó una flota en aguas de la bahía de Cádiz, que fue destruida en 1587 por el pirata Francis Drake, a las órdenes de Isabel I de Inglaterra, y un año después la Armada Invencible también sucumbía en su intento de conquistar este país, debido, en este caso, al mal tiempo. La ciudad de Cádiz sufriría las consecuencias de este enfrentamiento, convirtiéndose en objetivo prioritario de los ingleses en su lucha contra España, dada la importancia adquirida por su puerto y su posición estratégica, atacando la ciudad en diversas ocasiones, como ocurrió en el año de 1596. En la mañana del domingo 30 de junio, una poderosa armada anglo-holandesa, compuesta de 170 naves y 20.000 hombres, al mando del almirante Charles Howard, Lord Effingham, con fuerzas terrestres comandadas por Robert Deveroux, Conde de Essex, y sir Walter Raleigh, se presentaba en aguas gaditanas, pese a los intentos del almirante Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, por impedirlo. La flota de guerra española fondeada en la Bahía, compuesta de 40 navíos, más la flota de Indias, se refugió en la inmediata Puerto Real. A primeras horas de la tarde, un ejército de dos mil ingleses desembarcaban en la playa de El Puntal sin encontrar apenas resistencia, pues los 600 infantes y 300 jinetes encargados de la defensa, al mando del corregidor Antonio Girón, pronto se dieron a la fuga. Mientras una parte de las fuerzas atacantes se dirigía hacia el Puente de Zuazo, en San Fernando, otra lo hacia en dirección a Cádiz, ocupándola y saqueándola. Numerosas casas, iglesias y edificios públicos fueron incendiados, dedicándose las huestes inglesas al pillaje. Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina-Sidonia, máxima autoridad en la región, ordenó la destrucción de las naves españolas para evitar que cayesen en poder de las fuerzas enemigas, habiendo también mandado refuerzos desde distintas poblaciones de la provincia, como Jerez, Arcos, Medina Sidonia o Chiclana, entre otras, para hacer frente a británicos y holandeses. No obstante, la desorganización y descoordinación entre los responsables de la defensa de la villa, fue causa de su ineficacia y de la derrota. Se pactó la salida de los habitantes de Cádiz, que tuvieron que abandonar la ciudad con lo puesto, a cambio de un rescate de ciento veinte mil ducados y la liberación de prisioneros ingleses, quedando como rehenes de los atacantes algunos personajes relevantes de la ciudad, en garantía del pago del rescate, como el propio corregidor de la ciudad, Antonio Girón, y el presidente de la Casa de Contratación de Indias, Pedro Gutiérrez Flórez, no siendo liberados hasta varios años después.

La flota anglo-holandesa atacando Cádiz
Aunque Cádiz sufrió otros ataques similares a lo largo del tiempo, éste fue el más devastador de todos, hasta el punto de haberse llegado a plantear la posibilidad de desmantelar la ciudad y trasladar la población al Puerto de Santa María, optándose, finalmente, por defenderla y fortificarla adecuadamente, siguiendo el proyecto del ingeniero militar Cristóbal de Rojas. Los conquistadores estuvieron a punto de quedarse en la ciudad, ocupándola de forma permanente, con lo que se habría convertido en la primera colonia británica en España antes de Gibraltar, pero, finalmente, decidieron retirarse, lo que tendría lugar el 15 de julio, dejando tras de sí un panorama de muerte y desolación. En un próximo artículo referiremos las nefastas consecuencias de este saqueo, del que la ciudad tardaría en recuperarse.

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