jueves, 19 de enero de 2017

Tricentenario del traslado de Sevilla a Cádiz de la Casa de Contratación


Logotipo del Tricentenario
Este año se celebra el tricentenario del traslado a Cádiz desde Sevilla de la Casa de Contratación de Indias, hecho de enorme trascendencia para la ciudad, pues convertiría a Cádiz y su bahía en centro neurálgico del comercio con América, como hasta ese momento lo había sido Sevilla, al controlar y monopolizar todo el tráfico comercial de España con sus colonias ultramarinas. Esto repercutió en todos los órdenes de la vida ciudadana, tanto económicamente, con el consiguiente aumento de la riqueza de la ciudad, como a nivel político, social, cultural y urbanístico. Gracias a ello, se considera el siglo XVIII como la época de mayor esplendor de Cádiz, excepción hecha, quizás, del Gades romano.
Para conmemorar el Tricentenario hay previstos diversos actos en los que van a estar implicadas instituciones públicas y privadas, con un papel protagonista de la Diputación Provincial, entre los que destacan conferencias, conciertos, exposiciones, talleres y visitas guiadas. El día uno de enero ya hubo un concierto de música clásica en el Palacio de la Diputación, y ayer tuvo lugar un acto promocional en la Casa de América de Madrid, además de su presencia en la Feria Internacional de Turismo que se celebra en la capital de España, en el stand de la provincia de Cádiz. Otro de los objetivos planteados con el Tricentenario es fomentar el comercio gaditano a nivel internacional, especialmente con los países iberoamericanos.
Palacio de la Diputación de Cádiz, donde estuvo ubicada la Casa de
Contratación de Indias y la Aduana
Haciendo un breve recorrido histórico, el traslado a Cádiz de la Casa de Contratación y Consulado de Indias se produjo por Real Orden de 12 de mayo de 1.717, reinando Felipe V, gracias a las gestiones del Secretario de Estado José Patiño y del almirante gaditano Andrés de Pes en favor del traslado. Esta institución se creó a principios del siglo XVI con el fin de regular y controlar todo el comercio con las Indias, permaneciendo su sede en Sevilla durante más de dos siglos. A dicho traslado, al que se opusieron las autoridades sevillanas, contribuyó de manera decisiva las favorables condiciones geográficas de la bahía gaditana y las dificultades cada vez mayores de navegación por el río Guadalquivir de buques de mayor calado. No obstante, desde un principio Cádiz tenía derecho a cargar un determinado número de naves con destino a América, habiendo aquí un representante de la Casa de Contratación que controlaba ese movimiento. A lo largo del siglo XVII, el tráfico comercial del puerto gaditano fue aumentando, hasta el punto de que en 1.680 ya podían salir y llegar flotas como en Sevilla, desplazándola, finalmente, y monopolizando todo el comercio de Ultramar durante el XVIII. Entre los productos objeto de este tráfico comercial, desde el puerto gaditano se exportaba aceite, vino, cereales, productos textiles y manufacturas y se importaba de las colonias tabaco, cacao, azúcar, además de llegar grandes cantidades de metales preciosos.
Vista de Cádiz a finales del siglo XVIII
Para acoger a la institución se construyó entre los años 1.764 y 1.784 el Palacio de la Aduana, actual edificio de la Diputación Provincial, por el ingeniero militar Juan Caballero, habiendo estado ubicada anteriormente en otros lugares de la ciudad.
Esta boyante actividad comercial favoreció el crecimiento de la población a lo largo de la centuria, pasando de los 40.000 habitantes que había al principio de la misma a los más de 70.000 de finales de siglo. Además de la población procedente de otras regiones españolas, aumentaron  los extranjeros residentes en Cádiz, dedicados fundamentalmente al comercio, destacando las colonias de franceses, italianos y flamencos. Esto contribuyó a un creciente cosmopolitismo de la ciudad, convertida, así, en una de las ciudades más importantes no solo de España, sino del conjunto de Europa.
Una de las principales consecuencias de esta época de prosperidad económica fue el gran desarrollo urbanístico de la ciudad. Se construyeron numerosas viviendas, se terminó de fortificar la ciudad con la construcción o la reforma de las murallas, se levantaron nuevas iglesias, algunas de ellas auténticas joyas artísticas, y se construyó una nueva catedral, además de otros edificios notables, como Valcárcel y la Diputación, ya mencionada. Hubo también un gran esplendor cultural, manifestado en la afición al teatro y a la ópera del publico gaditano, a diferencia de lo que ocurría en el resto del país, así como a las corridas de toros. Destacó, igualmente, la creación del Real Colegio de Cirugía de la Armada en 1.748, obra del médico catalán Pedro Virgili.
En el año 1.790 se suprimía la Casa de Contratación, que ponía fin al monopolio gaditano sobre el comercio ultramarino, aunque la liberación de éste ya se había producido algunos años antes con la aprobación en 1.778 de un decreto que permitía a otros puertos españoles comerciar también con América. Terminaba, así, un siglo dorado económica y socialmente para Cádiz, y se iniciaba otro, el XIX, convulso y de gran protagonismo político de la ciudad.

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