El conjunto urbano del Cádiz antiguo se caracteriza por determinados aspectos que lo hacen interesante y peculiar, como son su simetría, sus calles rectas y bien ordenadas y la altura uniforme de sus viviendas, siguiendo los cánones racionalistas, configurando un urbanismo propio de su gran época de esplendor comercial, el siglo XVIII. Un paseo por el casco histórico gaditano nos permite comprobar esta realidad, como un patrimonio que se ha conservado bastante bien, pese a algunas actuaciones urbanísticas desgraciadas llevadas a cabo a lo largo del siglo XX que lo han dañado, como el derribo de parte de sus murallas o la construcción de edificios altos.Desde mediados del siglo XVIII, ante la necesidad de la ciudad de crecer en altura por la escasez de suelo urbanizable, que ya por entonces empezaba a ser un problema, las autoridades locales, aconsejadas por algunos médicos, querían limitar dicha altura para que las calles y plazas quedasen bien iluminadas y aireadas, al considerar poco beneficioso para la salud edificios demasiado altos que impidiesen el paso de la luz del sol y la circulación de los vientos. La altura de las casas quedaría fijada, pues, en dicisiete varas (unos catorce metros), distribuídas en tres o cuatro plantas, quedando así establecido en las Ordenanzas municipales de 1792, considerando que esto contrubuía a la propia estética de la ciudad. Todo proyecto de obra nueva debía pasar los controles municipales, cuyos planos y alzados eran revisados y aprobados, en su caso, por el alarife o arquitecto mayor de la ciudad.
En la planta baja se encontraban los almacenes, pudiendo albergar también las caballerizas. En el entresuelo, de techos bajos, se ubicaban las oficinas o escritorio del burgués, donde llevaba el control de sus negocios, pudiendo también albergar la biblioteca y, en algunos casos, algún museo particular de pintura. En el segundo piso o planta principal era donde vivía el señor y su familia, la zona noble de la casa, decorada con muebles de caoba, vajilla de cristal, espejos, arañas, cortinas, cuyos altos techos le daban suntuosidad. La tercera planta estaba destinada a residencia de la servidumbre y a cocina. La casa se completaba con las azoteas, encaladas y bien cuidadas, donde estaban los lavaderos y donde se alzaba el elemento más característico de la arquitectura gaditana, las torres-miradores, desde donde el señor podia ver y controlar los barcos que iban o venían de las Indias con sus mercancías y desde las cuales se observa una amplia y bella panorámica de la bahía.
| Torres-miradores de Cádiz |
![]() |
| Patio gaditano |
e
